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El triunfo electoral de Moreno Bonilla ha sido también el de los ciudadanos, que hartos de extremismos, populismos y radicalismos han votado por la moderación, el consenso y la sensatez. El escenario político es insoportable. Pero no ha sido la reflexión y reacción de los líderes políticos la que ha puesto fin a este despropósito. Han sido los ciudadanos que han dicho "basta ya, compórtense como ciudadanos civilizados y consensúen y cooperen para solucionar nuestros problemas". Sin duda alguna la inflación devoradora de los salarios, la próxima subida de los tipos de interés y el temor a una posible recesión han sido factores adicionales que han puesto en valor la experiencia, rigor y seriedad de los dirigentes. Moreno Bonilla ha sabido captar el mensaje ciudadano, y su talante dialogante, respetuoso y tranquilo le ha ayudado. Su fórmula ha sido la de escuchar para poder identificar y satisfacer las necesidades de los ciudadanos, gestionar y trabajar con rigor y transparencia, consensuar y respetar al adversario político.
El balance de gestión socioeconómica con el que se ha presentado a las elecciones ha sido positivo. El impacto de la pandemia en el PIB andaluz (-10%) ha sido inferior al de España (-10,8%). En la salida de la crisis Andalucía está creciendo y creando más empleo que la media de España. El positivo comportamiento de las exportaciones y el incremento en la captación de inversiones extranjeras pone en evidencia el mayor dinamismo y confianza en la economía andaluza en la salida de la crisis. Tras años de divergencia económica con la media de España, a partir de 2020 Andalucía ha vuelto a iniciar la senda de la convergencia, fruto de las políticas fiscales y estructurales y de la estabilidad del Gobierno andaluz. La política de desburocratización y simplificación regulatoria, el apoyo al emprendimiento, la innovación y el progreso tecnológico, la internacionalización de las empresas, el incremento del gasto en I+D y la apuesta por la producción, retención y captación de talento han sido palancas fundamentales.
El Gobierno andaluz ha sido capaz de reducir los impuestos y aumentar los ingresos y el número de contribuyentes, Su deuda pública (21,6%) es inferior a la media de las comunidades autónomas (23,6%). No obstante los retos del nuevo Gobierno son formidables, todavía queda casi todo por hacer. La productividad y competitividad de la economía andaluza están lejos de la media nacional y europea. La tasa de paro (19,43%) es la cuarta más alta tras Ceuta, Melilla y Canarias. El PIB per cápita (74,3%) es el penúltimo tras Canarias. La educación y la sanidad son manifiestamente mejorables. Entre los aspectos positivos cabe destacar el volumen de exportaciones que ocupa el tercer lugar tras Cataluña y Madrid y la estabilidad de las cuentas públicas, con un déficit y una deuda pública inferior a la media. El Gobierno andaluz tiene cuatro años para transformar Andalucía en una autonomía próspera, avanzada tecnológicamente, abierta al mundo, energética y medioambientalmente sostenible, inmersa en la sociedad del conocimiento y con un crecimiento y bienestar inclusivo, justo y sostenible. El marco Estratégico de Transformación Económica de Andalucía (ETEA) ya está diseñado. Es cuestión de remangarse y ponerse a trabajar.
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