Esta pasada semana, el puerto se vistió de luto. Tras sufrir un accidente de tráfico dentro del recinto portuario, Antonio Villegas Cobos perdía la vida, y lo hacía, paradojas del destino, un día antes de cumplir 68 años. Conocido por todos como Villegas, Antonio, que nació en el seno de una familia portuaria (su padre trabajaba en el servicio de aguadas), fue un niño muy pegado a los muelles; uno de esos chavales que, entre otras muchas cosas, vivió las felices fiestas de los Reyes Magos del Puerto en unos tiempos muy diferentes a los de ahora.

En 1981, con 28 años, Villegas ingresó en lo que por entonces se llamaba el Servicio de Celadores Guardamuelles; una labor en la que ya, bajo la denominación de policía portuario, se jubilaba en 2018. Vividas muchas y muy diferentes experiencias, los que lo conocimos coincidimos en que Antonio era un "buen tipo", uno de esos hombres sin dobleces que dejan huella.

Muy vinculado a diversas cofradías malagueñas y al Rocío, siempre me decía "cuando quieras te vienes conmigo a la romería", Villegas destilaba un humor muy especial; una filosofía de vida que tanto a pie de muelle como fuera del recinto portuario lo convirtió en un personaje muy singular.

Con el recuerdo de algunos momentos vividos junto a él, nunca olvidaré cuando en febrero de 2014 vimos entrar desde el muelle de levante al accidentado portacontenedores Svendborg Maersk, la memoria de Antonio Villegas siempre irá conmigo; unos recuerdos que también estarán presentes en la comunidad portuaria malacitana y, sobre todo, en la mente de sus compañeros de la policía del puerto.

Con la tristeza de esta pérdida, de una forma oficial, la bandera española que luce frente al edificio de la Autoridad Portuaria, durante 24 horas, permaneció a media asta entre las jornadas del 25 y 26 de junio; todo un detalle en reconocimiento al compañero muerto que honra a los que decidieron llevar a cabo este homenaje póstumo.

Una magnífica persona que nos ha dejado. Un buen hombre que durante 37 largos años vivió la vida portuaria malagueña. Un personaje que ya forma parte de la historia del puerto de Málaga; un amigo fallecido que, sin lugar a dudas, se ha marchado demasiado pronto.

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