La Real Academia Española de la Lengua define la palabra yate como una embarcación de gala o de recreo. Frente a esta definición, el término superyate aludiría a una embarcación que supera, excede o está por encima de lo que es un barco de recreo privado; algo fácilmente entendible a simple vista y difícilmente explicable con palabras.

Metidos en esta disquisición, los superyates, aunque también podríamos decir megayates o incluso gigayates (este último término lo usa muy habitualmente el veterano periodista marítimo Juan Carlos Díaz Lorenzo), conforman en la actualidad una amplia flota de barcos que, superando una longitud mínima, y ahí podría estar el quid de la cuestión, muestran tanto en sus exteriores con en sus interiores cosas que, hasta no hace demasiados años eran impensables de ver a bordo de un barco.

Con el recuerdo de las escalas malacitanas de históricos yates de otra época; podría recordarles las estancias del Catania de 61 metros en 1909, el Deo Juvante II de 44 que en 1956 trajo en su luna de miel a los príncipes de Mónaco Grace Kelly y Rainiero o el conocido Christina de Aristóteles Onassis que en 1958 mostró sus 99 metros de eslora, hoy les reseñaré la corta escala de un barco privado de recreo que no sé muy bien si podría estar clasificado como un superyate.

Atracado en el muelle número dos, hace unos días amanecía el Timeless. Luciendo bandera sueca, este barco que recuerda en sus formas a los muchos pesqueros que, hace unos años, fueron reconvertidos en yates, fue construido en 2008 en los astilleros que la compañía italiana Terranova Yachts tenía en Cerdeña. Formando parte de una serie de ocho gemelos, todos ellos con diferentes diseños interiores a gusto de sus propietarios, el Timeless fue usado como vivienda por una familia norteamericana; un hogar flotante que navegó por las Bahamas, la costa este de Estados Unidos y el Mediterráneo. Con tres cubiertas útiles y una capacidad máxima para seis personas, con o sin tripulación, este barco que fue reformado en 2014 y 2015, en 2018 fue vendido a su actual propietario que pagó por él algo más de un millón de dólares.

Un barco de recreo privado de 20 metros de eslora. ¿Un superyate?

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