Andrés Cárdenas

No me acuerdo de nada

El río de la vida

20 de junio 2024 - 06:39

Hoy, OY, amigos lectores, el de la fotillo de arriba cumple 70 tacos. Como el que no quiere la cosa ha llegado a esa edad en la que la decadencia se hace sentir. De entre todos las goteras, achaques y carencias con las que mi cuerpo me ha sorprendido a esta edad, sin duda la que peor llevo es la de la pérdida de la memoria. Lo llevo mal yo y todos los que me rodean, y si no que le pregunten a mi amigo Epi el dibujante, que estuvo la otra tarde más de media hora esperando a que me presentara a una cita que se me había olvidado por completo. Creo que seré recordado por los despistes con los que he adornado mi vida, pero nunca como ahora en que llego a quedarme hasta cinco minutos ante el frigorífico sin saber qué es lo que voy a coger. En mi entorno cuento a menudo lo que me pasó hace poco un día en que creí que había perdido la cartera en la que llevaba las tarjetas de crédito. Mi mujer se la encontró una semana más tarde en el congelador, donde yo la había metido sin darme cuenta en una bolsa del Mercadona con medio quilo de boquerones. ¡Apareció la cartera, pero las cuentas de las tarjetas estaban todas congeladas!

Es terrible comprobar cómo poco a poco tu memoria se va vaciando, se van yendo personas, circunstancias y situaciones que ya no aparecerán más en tu vida. El antes y el después son la prueba irrefutable de que tu existencia ha sufrido un exasperante cambio. Antes se me ocurría un tema, un título o una frase para una columna o un libro y sin apuntar nada aparecían cuando me ponía a escribir. Ahora se me olvida todo aquello que se me ocurre y si no lo apunto llega desaparecer completamente de mi disco duro. Antes creía que podía recuperar lo perdido de un modo u otro, y guardarlo en la memoria. Ahora sé que no es posible. Lo que se fue, se fue para siempre. Y lo que parece más indignante: lo nuevo no se queda. Las nuevas tecnologías creo que han llegado para suplir en parte esa peor memoria que sufrimos con la edad. El Google ya se ha hecho casi primordial para no sentirnos mal del todo cuando no recordamos una fecha, un título o una canción. Los lapsus mentales son remediados por esta herramienta. Hace poco leí un libro de una colega norteamericana que se titula… Esperen, que voy a buscarlo al Google.

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