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Como antesala de la traca final del martes en la Cartuja, España tiene esta tarde la posibilidad de dejar dicha cita en mero trámite. Aquel 0-6 de septiembre en la Turquía profunda pesa como el plomo a la hora de hacer cuentas. No obstante, la cita de esta tarde en el Boris Palchadze de Tbilisi agilizaría una enormidad los trámites para el pasaporte al Mundial.
La historia común con los georgianos no puede ser más favorable, lo que parece ser que ya está extendida la alfombra roja para los nuestros. Pero fútbol es fútbol y en éste de la contemporaneidad pasa que el más lerdo hace un reloj que, además, funciona. Es una sentencia que se le adjudica, como otras muchas, a Luis Aragonés y que se emplea como antídoto contra un simple rapto de autosuficiencia.
Acude España a esta cita en la otra punta de Europa inmersa en una tormenta doméstica que sabe mucho a tiro en el pie. La piña que debe constituirse entre clubes y selección se ha visto alterada por la actitud del Barça con Lamine Yamal. Una actitud que desembocó de la única forma posible, la desconvocatoria del talentoso futbolista hispano-marroquí. Y coincidente con este problema, el estado físico de Nico Williams que le deja fuera a pesar del golazo que le hizo esta reciente jornada al Oviedo.
Son tormentas en aparente vaso de agua, pero que distorsiona relaciones y convivencias que no deberían ser alteradas cuando lo único importante es ganar hoy en Tbilisi.
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