Aumentan de forma preocupante los casos de bullyng. Como ocurrió hace unos años con la violencia machista, que se haga pública y visible la realidad sórdida y asfixiante que sufren en silencio un buen número de niños y adolescentes es un paso necesario para afrontar el problema No es que sea un fenómeno nuevo: Robert Musil publicó en 1906 "Las tribulaciones del estudiante Törles", la estremecedora experiencia, entre los doce y los diecisiete años, de un adolescente en una escuela militar del imperio Austro-Hungaro. Ante la mirada distante de Törles, dos amigos del protagonista se ceban hasta límites sádicos con otro estudiante, con la excusa de haberlo sorprendido robando dinero. En 1966 Volker Schlöndorff realizó una adaptación cinematográfica de la novela. Tanto el libro como la película resultan de una enorme actualidad, cuando las noticias sobre casos de abusos y crueldad infantil parecen multiplicarse. El foco de interés está en las víctimas que pueden sufrir agresiones físicas o verbales, exclusión social, acoso sexual, extorsión, robos, difamación, creación de rumores... Además el territorio del terror no acaba en la escuela, con el ciberacoso ya no hay espacios de seguridad para la víctima. Conocemos las graves consecuencias que se pueden derivar del acoso que han acabado, en ocasiones, en suicidio. Las secuelas psicológicas en las víctimas pueden durar de por vida. Pero ¿qué sabemos de los acosadores? Conozco casos de amigos preocupados por tener hijos o nietos que sufren acoso escolar, pero también en ese mismo entorno habrá hijos o nietos que hagan Bullyng a otros niños. De éstos sabemos menos, aunque por cada víctima sean varios los que ejercen la violencia, como los amigos de Torlës, o los que, como éste, participen amparados cobardemente en el grupo o rían las "gracias" a los abusones. Esta es la patología más preocupante ¿qué sabemos de los adultos que fueron niños o adolescentes acosadores, los que utilizaron con crueldad y odio su poder en el patio de colegio para zaherir y perseguir a otros niños? ¿les quedó alguna marca psicológica de sus hazañas? ¿qué son hoy? Igual son de los que denuncian al profesor por dar un tirón de orejas a su hijo, pero les preocupa menos que pueda ser el acosador de la clase. Antes se consideraba la violencia escolar entre iguales como algo que formaba parte de lo iniciático, de la forja del carácter. Hoy, afortunadamente, lo vemos como el grave problema que es.

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