Juan López Cohard

Adherentes y Taladrantes

El zoco

05 de diciembre 2023 - 00:30

Hubo un tiempo, algunos años antes de que muriese, que solía comer con el maestro Manuel Alcántara en el ya desaparecido restaurante El Cobertizo, sito justo detrás de donde vivo en Echeverría de El Palo. Teníamos siempre reservada una mesa en un rincón fuera, en la terraza cubierta. El sitio era muy agradable salvo un inconveniente que habíamos de soportar, unas veces para placer nuestro y otras que aguantábamos por educación. Me estoy refiriendo a la cantidad de amigos, conocidos o simplemente admiradores del maestro que se acercaban a saludarle, estrechándole la mano o, sacando el móvil, cual pistolero del oeste el revólver, para pedirle hacerse una foto con él. Los primeros eran bien venidos, e incluso el maestro les invitaba a sentarse con nosotros, otros eran más o menos soportables y les atendía con cierta complacencia, pero había otros que pegaban la hebra y no se levantaban de la silla usurpada hasta que Manolo, con su increíble habilidad e ingenio, le soltaba un dardo lexicológico irónico-sarcástico que le dejaba como al toro la puntilla.

Nada original voy a ser diciendo que el maestro dominaba el idioma como los más grandes escritores que en nuestra Literatura han sido, pero los que hemos estado habitualmente con él, como estuvimos los que fuimos agraciados con la suerte de pertenecer a alguna de sus tertulias, supimos de su maestría en el arte de atinar con el adjetivo adecuado, adjetivo cuyo significado era exactamente el que tenía que ser para dar la definición exacta que se requería. El maestro siempre dijo que no existen los sinónimos porque no existen dos palabras cuyos significados sean exactamente iguales, ya que, a sensu contrario, una de las dos hubiese desaparecido. Pues bien, en referencia a aquellos paseantes que interrumpían con cierta asiduidad nuestro almuerzo, Manuel los clasificó en dos categorías. A saber: los adherentes y los taladrantes. Dos calificativos tan atinados como certeros en su significado. Según el diccionario algo adhesivo es algo pegajoso, anexo, adicto, partidario o adepto a otro ser, ya sea una cosa, persona o idea, pero en el caso que nos ocupa, el adjetivo adherente que usaba el maestro para calificar a todo aquel que sin ser invitado se sentaba en nuestra mesa para hablarnos de sus cuitas, era una puya en plena cerviz. Calificaba así a aquel individuo que se unía a nuestra mesa para contarnos algo que a ninguno de los dos nos importaba un pito. Pero había una categoría superior al adherente que Manolo Alcántara calificó de taladrante. Estos eran el sumun de los que llamamos comúnmente (por aquellos que no dominamos tan sutilmente el lenguaje) como insoportables. Son los que, además de adherirse para contarte sus problemas, intentan demostrarte y convencerte de sus razones. Son aquellos que perseveran una y otra vez en demostraciones, citas, estadísticas y razones mil, para convencerte de que llevan y tienen su razón. Un ejemplo claro de taladrantes los tenemos en los miembros del Gobierno que insisten una y otra vez en demostrar que aquello que dijeron es exactamente lo que ahora dicen pero al contrario.

Pero dejemos de citar a quienes vienen taladrándonos políticamente. Diariamente nos encontramos con cantidad de conocidos, amigos y allegados que se empeñan denodadamente en demostrarnos que la razón es suya y se apoderan siempre de la última palabra. Son, parodiando a mi querido maestro Manuel Alcántara, los adherentes, taladrantes y (yo añado) machacantes.

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