Agamenón y su porquero

En toda mayoría social, por definición, hay que encontrarse con quien no piensa exactamente como tú

El rechazo a la amnistía de Sánchez es tan transversal que hasta hace unas semanas el propio Sánchez rechazaba al Sánchez actual con una contundencia sin resquicios. Lo peor de los defensores de la amnistía es la hemeroteca. Lo más peligroso para los que nos resistimos a la derrota del Estado de Derecho es la misma amplitud del movimiento de resistencia.

Quiero decir que todos nos vamos a encontrar oponiéndonos a las maniobras dudosamente constitucionales de Sánchez con una compañía que no nos va a agradar del todo. Es lo que sucede cuando se forma una mayoría social alternativa. Que en ella hay de todo, porque si no hubiese de todo no sería una mayoría.

El PSOE, como conoce el paño, utiliza muy bien la demonización de colectivos, para que otros terminen por avergonzarse de defender lo que defienden, pero no porque hayan cambiado de opinión, sino porque les da alipori salir retratados con los carcas o con los fachas. Y éstos tienen la tentación de meterse en el armario para no desanimar a nadie. Y los moderados profesionales piden a todos, menos a ellos, que se metan en sus respectivos rincones, para que la oposición sea amplia (otra paradoja).

Sin duda, habrá que rechazar a los violentos encapuchados, que son cuatro, y mucho menos violentos que los encapuchados que pactan con Sánchez y a los que indulta; pero a ni uno más hay que rechazar. Todos tenemos que hacer un esfuerzo, si se quiere hacer una mayoría alternativa al pensamiento canónico que ha terminado por imponer el PSOE. Nadie tiene que sostener una postura que no sea la suya, pero igual de indigno que eso es dejar de defensar un principio en el que uno cree porque también lo defienden otras personas que, en otros asuntos distintos, son diametralmente opuestas a uno. Yo estoy feliz de coincidir en mi rechazo a la amnistía con tantos socialdemócratas ortodoxos, con liberales acérrimos, incluso con democristianos. Naturalmente hay otros muchos extremos en los que no estaré de acuerdo con ellos, en absoluto. Pero ya los discutiremos cuando toquen y se formarán nuevas alianzas. Ahora toca celebrar por todo lo alto que en España una gran mayoría social apueste aún por el Estado de Derecho. Compartiremos después muy pocos conceptos políticos, pero sería feísimo y una debilidad racional y, por tanto, política, que no seamos capaces de sostener una verdad necesaria con independencia de que la diga Agamenón o su porquero.

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