Artificial a medias

Dicen que se teme aquello que se desconoce, y en el campo de las matemáticas esto suele ser habitual

Desde la conferencia del verano de 1956 en Dartmouth, donde se pusieron las bases de la inteligencia artificial, su desarrollo ha sido progresivo. Es curioso como hoy se quieren aplicar estas técnicas a cualquier dispositivo, proceso o estrategia por el simple hecho de restar capacidad a la intervención humana. Pero, cuando empezamos a conocer sus aplicaciones, surgen interrogantes que deben ser respondidos, sobre todo antes que los agoreros y catastrofistas lancen sus típicas e ignorantes soflamas.

Dicen que se teme aquello que se desconoce, y en el campo de las matemáticas esto suele ser habitual. La inteligencia artificial no son más que técnicas para resolver problemas que pueden tener infinidad de soluciones. De ahí que requieran, fundamentalmente, de una cantidad suficiente de información, datos y resultados anteriores sobre situaciones similares. Entre otros logros cabe destacar el control de los vehículos no tripulados de las misiones interplanetarias, donde se hace necesario tomar decisiones ante la imposibilidad de intervención humana permanente. Pero de ahí a tratar de controlarlo todo a nuestro alrededor hay un abismo.

La información contenida en internet es una base de datos inmensa para los requerimientos de la inteligencia artificial. Por ello las respuestas que hoy ofrece esta tecnología surgen de diversos parámetros que no siempre son correctos. Ver las tendencias al racismo, al machismo o a la violencia de muchas de sus afirmaciones se basan en el análisis estadístico de los debates y comentarios que cuelgan de la red. Por tanto, esa inteligencia será tan correcta o caótica como lo sea la información aportada, y en este caso puede llegar de fuentes muy acertadas o desde el mayor de los desconocimientos. Y para muchos usuarios que buscan el trabajo fácil, y que aceptan todo lo que les llega sin analizar ni filtrar su contenido, el desconcierto está servido.

Esta nueva forma dialogante de buscar información que proporciona la inteligencia artificial, y que hoy va extendiendo su uso, facilita la interrelación con las tecnologías, aunque sus aplicaciones ya eran habituales en otros muchos campos de la ciencia. Lo importante es reconocer que estas inteligencias no son tan artificiales como parecen, sino que basan su aprendizaje en la diversidad y complejidad del conocimiento humano, y por tanto siempre deben ser correctamente interpretadas.

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