Concedió el otro día el ministro de Cultura, José Guirao, una entrevista a la Agencia Efe en la que habló sobre el proyecto del Auditorio de Málaga y, ya que no tenemos nada mejor que hacer, igual cabe puntualizar algunas cosas. Afirma Guirao que el proyecto, con su coste previsto de cien millones del ala, está "sobredimensionado", por lo que corresponde "redimensionarlo" (perdonen el chiste fácil, pero es que cualquiera se muerde la lengua: el redimensionador que lo redimensione...). Y bien, tal vez tenga razón. Apela el ministro, como ya ha hecho alguna vez, a que se pongan de acuerdo el Ayuntamiento y la Junta (que, por cierto, ha optado en este asunto por hacer mutis por el foro de la manera más triste) primero, y así, "cuando se pongan de acuerdo entrará el Ministerio, pero lo que no puede pretender ninguna de las tres partes implicadas es imponer un modelo a las demás". Y hay que recordar aquí a Guirao que ya hubo un acuerdo entre el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y el Gobierno que se materializó en el proyecto vigente. Afirma el ministro además que "el macroproyecto se descartó por su altísimo coste", lo que no es cierto. El proyecto no se descartó nunca. El Gobierno de Rajoy suspendió el consorcio en virtud de una reforma de la Ley de Administración Pública que disolvió una larga lista de consorcios que atravesaban dificultades para obtener financiación, pero en ningún modo se habló, ni entonces ni después, de dar el proyecto por finiquitado. Se trataba de esperar las condiciones que permitieran la construcción del proyecto aprobado, al que podemos llamar "macroproyecto", como hace el ministro, y considerarlo sobredimensionado, pero es el vigente en virtud de un acuerdo que costó Dios y ayuda alumbrar y que ahora no podemos pretender que nunca existió, sin más. Supongo que haría falta un acuerdo similar, entre las tres instituciones, para invalidar el proyecto aprobado. Pero es que legalmente tampoco estaría todo dicho. Hay que ser más elegantes.

Pero sí tiene razón el ministro en dos cuestiones. Pide Guirao que se saque el Auditorio del debate electoralista y del contexto de las municipales, y no estaría mal que esto se respetara, aunque me temo que llega tarde: difícilmente podría haberse convertido el equipamiento en arma arrojadiza con mayor determinación. Y recuerda Guirao que un Auditorio es un proyecto cultural, y que como tal conviene pensar desde el principio en lo que va a pasar con él una vez construido, en cómo se va a mantener y de qué se va a alimentar. Y sí, un servidor se reafirma en la idea de que una ciudad que ha dejado caer alegremente no pocos festivales y actividades en torno a la música ha de tener muy claro lo que quiere al pedir un Auditorio, si es realmente la ciudad, y no unos pocos, los que lo piden. Nadie ha puesto sobre la mesa un proyecto cultural, de fondo, que explique lo que podemos esperar, para qué va a servir y a dónde nos va a llevar. Y si nadie lo ha puesto es porque nadie lo ha pensado. Ay.

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