Y tú más

Sin una separación de poderes tajante y una justicia implacable tendremos “y tú más” hasta el aburrimiento

En la primera parte del artículo voy a decir lo que repite todo el mundo. Qué hartura del “Y tú más”. En la segunda parte, seré levemente menos tópico. Y en la conclusión trataré de llegar a una ídem. “Borriquito como tú, que no sabes ni la u; yo sé más que tú”, ésa es la musiquilla de Peret que me resuena en la memoria cuando los veo enfangarse en el “y tú más” como técnica oratoria prioritaria de su parlamentarismo 2.0. A nadie se le escapa –ni siquiera a ellos– que así producen un desprestigio de racimo a toda la clase política. La otra cara de la moneda del “y tú más” es –por simple lógica– el reconocimiento de un “y yo también, pero algo menos”. Esta asunción de culpa cala en el pueblo soberano que concluye lo que siempre se ha maliciado: todos son iguales, más o menos. Lo que produce a partes iguales, una desafección (grave) y, a la vez, un fanatismo acrítico (más grave). “Si todos trincan, que trinquen los míos”, ay. Silogismo que no sólo es perjudicial para la democracia de todos, sino también para la moral de cada uno.

Hay que reconocer, sin embargo, que el método éste del ventilador les funciona. Por eso, a pesar de sus contraindicaciones, lo usan tanto. La mancha del calamar calla más la crítica que tomarse en serio y con responsabilidad los indicios que afectan al propio partido. Contra el utilitarismo es muy difícil luchar. Las consabidas quejas contra el “y tú más” tienen un recorrido cortísimo.

Por eso urge clamar por la más límpida separación de poderes y por una administración de justicia eficaz y dotada de medios cual Delegación de Hacienda. Cuando se clama por la separación de poderes no se están ensayando posturitas constitucionales ante el espejo, sino suplicando por la supervivencia de nuestra democracia. Con unos tribunales que pudiesen perseguir la corrupción de cualquiera, por poderoso que fuese, y que sentenciasen rápido y bien, los políticos ya no tendrían excusas para ejercer de fiscales oficiosos y correveidiles de la maledicencia. El “y tú más” excedería del ámbito de su competencia.

Los periodistas seguirían investigando, pero de sus indicios se haría cargo enseguida el poder judicial, que sentenciaría pronto. Los políticos honestos estarían libres de salpicaduras y, además, se podrían dedicar a lo que les compete. ¿Por ejemplo? A asegurar la separación de poderes. A ver cuándo se dicen: “Estoy trabajando mucho”. Y se replican: “Y yo más”.

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