hoja de ruta

Ignacio Martínez

Cádiz Herzegovina

CÁDIZ vuelve a hacer bueno un comentario que se atribuye a Griñán: Cádiz Herzegovina. Definía el jefe del eterno partido gobernante en Andalucía la situación interna de su partido. Traducido, significa territorio habitado por varias tribus que se llevan mal entre ellas de manera permanente, aunque a veces hay alianzas cruzadas, que no duran mucho. Se pueden hacer chistes con la cosa. Pero lo que está pasando en la Diputación gaditana es un drama. La dirección provincial del PSOE, amparada por la regional, pretende echar al portavoz socialista, mayormente porque lo está haciendo bien. Y porque quiere su puesto la secretaria provincial y alcaldesa de Sanlúcar, pero no tiene mayoría. Hoy tienen citados a seis diputados insumisos, uno a uno de manera individual, para intentar doblarles la mano. Cosas de la vida.

El PSOE presume, sin embargo, de su impecable espíritu democrático en comparación con los métodos arbitrarios que atribuye a sus rivales del PP. Sus dirigentes no se cansan de decir que en su partido hay debate, pluralismo y votación, mientras que en el PP todo se decide en la cúspide y tras el dedazo de turno se obedece al nuevo jefe sin rechistar. Esto último lo confirma en su primer tomo de memorias Aznar, que explica cómo le ofreció dos veces el puesto de líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno a su amigo Rodrigo Rato. Y cómo este primero lo rechazó, y aunque después cambió de opinión el césar se decantó por Rajoy. La sola voluntad de un hombre.

En la acera de enfrente, mucho presumir, pero no hay tanta diferencia. Sin ir más lejos, Chaves ofreció a su amigo Griñán la Presidencia de la Junta graciosamente y el interesado dijo primero que no, para aceptar más tarde. Ahora en Cádiz la foto es la siguiente: en mayo, once días antes de que el secretario provincial González Cabaña dimitiera por su estrenado escaño en el Congreso los griñanistas pidieron por el registro de Diputación su sustitución con la firma de siete de los 12 diputados provinciales del PSOE. Imponían la voluntad mayoritaria del grupo a la de la ejecutiva.

Tras la marcha de Cabaña se nombra portavoz al ex alcalde de Chiclana José María Román. Este decide el congreso provincial a favor de la griñanista Irene García. Más tarde, Román y los suyos le ganan el congreso local de Chiclana a Jiménez Barrios, presidente provincial y eterno enemigo, que forma parte de un trío de veteranos que maneja la provincia, con Blanco y Menacho. García quiere el puesto de quien facilitó su elección hace seis meses, así lo exige su ejecutiva: o sea, el argumento contrario al utilizado en mayo contra Cabaña. Total, que a mediodía los seis díscolos tendrán que soportar la presión y la ambición de sus dirigentes provinciales y regionales. Lo del dedazo no sé si será más democrático, pero seguro que es menos hipócrita.

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