Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
EL Banco de España despejó ayer la incógnita: el proceso de subasta de la intervenida Cajasur lo ha zanjado el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) adjudicándosela a Bilbao Bizkaia Kutxa, la mayor caja de ahorros vasca, que se ha impuesto a su principal competidora, Unicaja, y a los otros dos candidatos, Banco Sabadell y Cajasol. La BBK recibirá 392 millones de euros de crédito para digerir a la caja cordobesa y la entidad resultante, con 48.000 millones de euros en activos, se convertirá en la séptima caja de ahorros española. El regulador ha optado por la caja vasca por su alto nivel de solvencia y por presentar la oferta menos necesitada de financiación pública, es decir, en base a criterios netamente económicos. La política ha estado completamente ausente de la decisión del Banco de España. Ello se traduce, en este caso, en un varapalo a la Junta de Andalucía, que apostó políticamente por que la puja por Cajasur se solventase en favor de Unicaja o Cajasol, como primer paso para conseguir la gran caja de ahorros andaluza, aunque este objetivo ya había sido devaluado por la voluntad firme de Cajagranada de participar en una fusión fría con otras entidades extraandaluzas. El Gobierno andaluz, que había logrado el respaldo de todos los grupos parlamentarios, el empresariado y los sindicatos, no ha sido capaz de hacer valer su peso político en el conjunto nacional, de modo que la comunidad autónoma andaluza pierde, con la decisión del Banco de España, el efecto sede, que de todos modos queda atenuado por la actual globalización económica. Es un revés importante, qué duda cabe, precisamente ahora que las cajas de otras comunidades han sabido posicionarse de manera potente en el panorama financiero, pero tampoco cabe interpretar lo sucedido como una catástrofe o una tragedia. Es importante, a este respecto, que la caja vasca triunfadora haya subrayado su voluntad de mantener la obra social de Cajasur en la región, y cabe esperar que sus gestores sean sensibles a la salvaguardia de los intereses de los ahorradores andaluces que depositaron su confianza en la caja cordobesa. La gran caja andaluza no ha sido posible y ahora se abren numerosas incógnitas.
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