Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
VAYA por delante que soy lector de periódicos en papel. Leo en formato digital algún diario de otras ciudades o los de la mía cuando estoy de viaje. Aunque el futuro irá por ahí tengo claro, como decía la canción del Dúo Dinámico, que resistiré. Para informarse y formarse no hay nada como la prensa escrita. Ésa es, al menos, mi opinión. Un lector de periódicos selecciona lo que lee, hace un esfuerzo mental de comprensión lectora y asimila lo escrito, no sin antes pasar por el tamiz de la razón. Otros medios de información favorecen una actitud más pasiva, imponen el ritmo y el tema, al tiempo que facilitan la manipulación informativa por parte de los denominados grupos de presión. No quiero decir que esto no ocurra en la prensa escrita, pero sí que ésta deja un mayor radio de acción a quien desee informarse.
Uno de mis objetos más preciados es el mando a distancia. No hay duda de que quien maneja semejante artefacto en el ámbito doméstico, disfruta de un valor añadido que afianza su posición dentro de la estructura familiar. Dada la pésima programación televisiva, yo utilizo el mando a distancia a modo de martillo de herejes. Cuando paso de un canal a otro y observo la zafiedad reinante, cojo el mando y con actitud decisiva y golpe certero, cambio de canal. Y así una y otra vez hasta que decido apagar el televisor; acto seguido, cojo un libro o releo los periódicos del día. Esa es la gran labor que hacen las cadenas de televisión en pos del fomento de la lectura.
Los informativos televisivos se han convertido en crónicas de sucesos. Abren con asesinatos y descuartizamientos procurando que las cámaras se fijen en los chorreones de sangre esparcidos por la calle o la retirada del cadáver en coche fúnebre camino de la morgue. Sigue después la información nacional en la que vemos a políticos en activo, ex ministros, empresarios, aristócratas y altos cargos de la administración camino del juzgado, sonrientes como si fueran de fiesta de cumpleaños. Luego la información internacional con atentados terroristas en Europa, la guerra en Siria, la amenaza nuclear de Corea del Norte. Llegamos al deporte, es decir al Real Madrid y al Barcelona, con peleas entre hinchas, fraudes a Hacienda en los fichajes, pitos al himno nacional en algunos estadios. Con razón desapareció El Caso, aquél periódico dedicado sólo a sucesos. No es necesario. Basta con poner la televisión.
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