Ciudadanos

Claro que tenemos derecho a todo eso y mucho más y por supuesto sin saber cuánto cuesta nada

Actualmente en las ciudades tendemos a comportarnos como niños. ¿Qué pretendo decir?: que lo queremos todo. Queremos una ciudad con sus edificios históricos preservados y valorados, pero sin vivir en las zonas centrales, que suelen ser incómodas y de calles estrechas. Pero desde luego amamos poderlas disfrutar cuando uno quiera, y enseñar a unos amigos de fuera las iglesias y plazuelas y presumir de las fiestas locales señaladas. Claro que, si podemos, preferimos urbanizaciones o bloques con piscina y jardines privados en municipios limítrofes, sin pagar impuestos en la gran ciudad, pero con los accesos a las horas punta resueltos. No queremos contaminación ambiental, pero queremos poder llegar con nuestro automóvil hasta el último rincón y poder aparcar delante de la casa o comercio que sea nuestro destino, cuando lo deseemos. Pero, por si acaso, que existan todo tipo de transportes públicos por si los necesito. Queremos que todas las redes de servicios funcionen a la perfección, saneamiento, agua, gas, electricidad, telefonía, etc… pero no queremos obras para su mantenimiento y actualización porque son una molestia. Si se hacen en verano mal y si en invierno, peor. Si las renovaciones de redes se aprovechan para mejorar el pavimento, puede que no nos guste el tipo de pavimento que han repuesto o la eliminación de aceras minúsculas por plataformas únicas o las peatonalizaciones. Quizás mejor que se quede como siempre, pero con todo arreglado y funcionando y sin que nos enteremos, a ser posible. Que toda la ciudad esté impecable y limpia, pero queremos poder tirar nuestras basuras a los contenedores a la hora que nos parezca bien, aunque huelan al pasar durante el día por los calores de nuestras ciudades. Pero nunca serán nuestras basuras, serán las de los demás, lógicamente. Queremos calles arboladas pero que no haya un árbol en la puerta de casa que es muy incómodo. Y que las hojas se recojan de inmediato en otoño, que lo atascan todo. Parques que adornen y sean pulmones de la ciudad, cuantos más mejor, pero si se utilizan mucho por jóvenes y mayores es difícil que estén en perfectas condiciones y si se usan poco, son un despilfarro, ¡es que hay que ver cómo somos! Si están abiertos son inseguros. Si los vallamos, es una pena, porque no se pueden disfrutar a todas horas. Y así hasta el infinito. Claro que tenemos derecho a todo eso y mucho más y por supuesto sin saber cuánto cuesta nada. Lo dicho, como niños.

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