Compren palomitas

El Gobierno de Sánchez se ha acostumbrado a pagar a quien sea lo que sea

07 de febrero 2022 - 01:39

Una de las peculiaridades de los parlamentos suele ser la capacidad de debate de los interlocutores y la diversidad de pareceres a enfrentar. Pero hay veces, y esas imágenes suelen quedarse en la retina, donde algunos de sus actores se lían a tortas con la oposición y todo ambiente de calma y comprensión concluye. Ciertamente aún no hemos llegado a esa situación en España, pero de lo que no hay duda es que tenemos un espectáculo servido en cada sesión del parlamento. Y parece que este circo, lleno de un público parasitario y ojiplático, tiene cada vez más pistas.

Hay que reconocer que los errores son humanos, sin duda, pero lo ocurrido en la última sesión de la cámara exige algunos cambios. Por parte del parlamentario que se equivocó en su voto y, cual víctima de su propia desidia, además lo confirmó telemáticamente, sería interesante la entrega de su acta, teniendo en cuanta la importancia que se le suponía a esta votación y la cercanía geográfica a la que se encontraba del Congreso. Porque es importante que, ante grandes errores, grandes remedios, y así puede que se devuelva a los ciudadanos algo de la confianza que les quede en esta curiosa generación política. Por parte de la propia dinámica parlamentaria, también es importante que su presidenta no blinde las instalaciones cual búnker inaccesible se tratase, y permita que la decisión de alguien que se persona en la sala esté por encima de su decisión electrónica. Primeramente, porque la tecnología no rectifica una determinación presencial, y por ello el voto personal de todo ciudadano prima sobre el enviado por correo y, sobre todo, porque la diputada socialista Irene Novales ya ejerció ese derecho y fue corroborado por el tribunal constitucional.

Y mientras las hienas siguen rodeando a las cada día más inofensivas fieras. El número de grupos parlamentarios que se ha apuntado a cotizar sus votos al alza en todo momento es singularmente patético y globalmente empobrecedor. El gobierno se ha acostumbrado a pagar a quien sea lo que sea, hasta el esquizofrénico límite de exigir a la oposición que diga cuanto se ha pagado por los votos de UPN. La respuesta, a esta altura del espectáculo, sería bien sencilla: un poco más que ustedes. Por tanto, y viendo el clima generado en este club que nos gobierna, cabe pensar como diría el magnífico Groucho Marx: "Yo nunca pertenecería a un club que me admitiese como socio".

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