Declaraciones responsables

Cualquiera que quiera abordar la reforma en un edificio se verá abocado a pasar un quinario

Ignoro quién rehabilitó el edificio del número 9 de la plaza de la Merced, pero estoy seguro que el día que lo vea lo reconoceré. La cara de tonto que debe llevar desde hace meses no se la quita al lavársela y desde hace semanas va a más. Y como a él, le pasa a más de uno.

Málaga es una ciudad que ha apostado por la tecnología, el turismo y la cultura. Turismo en el que su centro histórico juega un papel esencial como receptor del mismo y contenedor de numerosos espacios culturales. Para alcanzar estos objetivos, desde el primer Plan Estratégico, la ciudad impulsó su renovación urbana bajo la tutela de un Plan Especial de Reforma y Protección aprobado en 1990. Norma que, junto a su declaración como Bien de Interés Cultural, condiciona cualquier proyecto y, especialmente, la actuación en un edificio con grado de protección 1 como el referido. Con estos mimbres, cualquiera de nosotros que quiera abordar la reforma en un edificio se verá abocado a pasar un quinario en la Gerencia y la Junta de Andalucía, en el que se discutirá hasta el color de la fachada, hasta la obtención de la preceptiva licencia. Lo que no es mala defensa del patrimonio, salvo por la lentitud de unos trámites que pueden desesperar el santo Job. Pero el resultado es que, tres décadas después, la alegría que experimenta el cicerone que muestra a sus amigos foráneos la ciudad cuando estos se asombran de lo que observan de cornisa de planta baja para arriba solo es comparable con el grado de sorpresa que muestran cuando perciben el despiporre existente en las fachadas comerciales de cornisa para abajo.

En 2018, la Gerencia intentó poner orden en el caos con la Guía de intervención que elaboró. Documento los suficientemente gráfico como para no dar lugar a malas interpretaciones. Pero, he aquí que aparecieron las declaraciones responsables. Ese procedimiento sobre el que uno a veces tiene la impresión de que es la vía de salida de la Administración cuando no es capaz de ejercer sus obligaciones a priori. Y con él, la continua alteración de las mismas fachadas que antes había condicionado hasta el infinito y más allá, y una pregunta ¿Por qué hace unos años no se podía cubrir con un jardín vegetal la anodina fachada del mercado de la Merced y ahora se puede poner un pedazo de rótulo azul en los bajos de un edificio protegido? La única diferencian es el procedimiento administrativo que se ha seguido.

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