Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Podemos puede?
En tránsito
Ayervi a dos ancianas en el súper peleándose por el último cartón de leche que quedaba en las góndolas. En los expositores de carne no había nada por lo que pelearse: todos estaban vacíos. Una mujer se quejó a la cajera: "¡No he podido comprar carne ni leche ni nada!" "Es que hay huelga, señora". "¿Huelga de qué?". "No sé de qué, señora. De camioneros, dicen". En los primeros días de la pandemia vimos escenas parecidas, cuando la gente arrambló con todas las existencias de papel higiénico, pero los estantes de la carne y de la leche quedaron más o menos intactos. Ahora la cosa está adquiriendo otras proporciones. Y eso va a influir mucho en la gente. No estamos acostumbrados a ver los supermercados vacíos.
"Es cosa de la ultraderecha", dice la maquinaria propagandística del Gobierno, que actúa con la misma eficacia que la maquinaria propagandística de Putin, acostumbrada a acusar a todos los opositores de traidores y de espías y saboteadores (es la vieja tradición del comunismo soviético). Puede ser que haya intervenido la ultraderecha, pero va a ser muy difícil que la gente se reponga de la imagen brutal de los supermercados vacíos. Y más aún si tenemos en cuenta el precio desorbitado de la electricidad y de muchos productos básicos. ¿Es todo culpa de la ultraderecha? ¿Es todo culpa de Putin y de la guerra de Ucrania? Hay que ser muy tonto para creerse semejantes trolas. Desde hace años se han estado tomando en España -y en Europa- decisiones estratégicas equivocadas. Queríamos vivir en un mundo hecho para la propaganda -éramos los más solidarios, los menos contaminantes, los más igualitarios- sin darnos cuenta de que algún día estos deseos podrían tener consecuencias negativas. Pero una de las características más obscenas de nuestra época -la época Tik-Tok, la llamaría yo- es que se nos quiere hacer creer que los actos no tienen consecuencias. Y si las cosas salen mal, la culpa la tienen los demás, ya sea la ultraderecha, Putin, la oposición irresponsable o la guerra de Ucrania.
Nuestro Gobierno vive en una especie de Metaverso en el que la realidad puede alterarse a voluntad por medio de declaraciones institucionales y cambios en la legislación y campañas publicitarias. Va a ser interesante ver cómo el Gobierno del Metaverso se enfrenta a las góndolas vacías de los supermercados.
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