Nuevamente y al proseguir con la labor de ordenar papeles, aún descatalogados, en la biblioteca de casa, encuentro algunos que me ofrecen la posibilidad -o necesidad- de reflexionar sobre la persistente actualidad de alguna cosa que pareciera más propia del tiempo pasado que del ahora. Ciertamente, así ha sido cuando leo el tejuelo sobre la tapa de cartón de un viejo y grueso legajo que, aunque ya me era conocido, lo había llegado a perder de vista. Se trata de un puñado de papeles que iban a ser destruidos en casa de unos conocidos y que habían recibido tal condena, pese a contener impresos y manuscritos referidos a uno de sus antepasados y que aproveché, al saberlo, para solicitar su indulto y donación, cosas ambas que me fueron concedidas. En el referido tejuelo y escrito con tinta ya sepia dice, textualmente: Carpeta que contiene varios documentos de utilidad, propiedad de Jesús Ortega Galán, luego una palabra ilegible y una fecha y lugar, 5 de agosto de 1898, Habana.

Se me ha ocurrido restar a 2023 esa cifra de 1898 y me arroja la diferencia de 125, que son los años que hace que estaba terminando la Guerra de Cuba, aquella que nos parece fue lejana pero que, en realidad y en el cómputo de la historia de España, no fue mucho más lejos de ayer por la tarde. Sin embargo, esa tinta sepia en el tejuelo, sí denota el paso de un tiempo en el que se han producido dolorosos hechos y guerras que han mermado la que otrora fue grandeza de este país y nación que, a diferencia de todos los demás, jamás fue patria colonial, pues nunca tuvo colonias, sino provincias, al haber considerado a hoy países como Cuba, Puerto Rico o Filipinas provincias tan españolas como lo pudiesen ser, como lo son aún Soria, Orense, Albacete o Huesca y hubiese querido citar a Ceuta o a Melilla, pero confieso que me da miedo pensar lo que esta gente, de indolente y adormecido sentido patriótico que nos (des)gobierna podría proponerse hacer con ellas, como se hizo con el Sáhara o Fernando Poo, sumidas ambas en la niebla de la cobardía más inconfesable de otros gobernantes anteriores y que ahora poco han vuelto a recuperar triste actualidad con la vergonzosa por mendicante política exterior de Pedro Sánchez, ese gran embustero y peligroso cínico que aún ocupa el palacio de la Moncloa. El célebre político y militar prusiano Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen, fallecido, precisamente, en el verano de 1898, afirmó que "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido". La verdad es otra: que las guerras que ha mantenido España, antes de la llegada del primer Borbón a su trono, lo han sido contra otras naciones europeas que la hostigaban y ambicionaban. A partir de la Guerra de Sucesión -1701 a 1713- que dio la Corona a Felipe V de Anjou y de Borbón, las guerras entre españoles no han cesado -casi- aún. ¿O no?

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