Eterna confianza

Los partidos están sobrealimentados, tienen sitio el utopista, la trepa, el que no vale para otra cosa y la maquiavela

Quién confía en los cargos de confianza? Es como la pregunta de los romanos, quién vigila a los vigilantes. Al asesor hay que ponerlo delante, no conviene darle la espalda. El primer motivo por el que un político electo te demuestra su confianza es consolarte porque no te han elegido, tal vez ni ibas en listas; al correligionario, tenerlo satisfecho. Asesorando te asignan cometidos innecesarios para la Administración, a veces se inventan, pero que le valen al asesorado como los ojos al lobo feroz: son para verte mejor. El compañero, cuando le dan trabajo, tiene poco tiempo para intrigar y una canonjía que proteger.

Un partido político es antes que cualquier otra cosa una agencia de colocación. Ofrece candidatos a una plaza de empleo y, si los llaman, desde ella se dedican a gestionar la cosa pública. Pero los partidos están sobrealimentados, en ellos se han hecho sitio el utopista, la trepa, el que no vale para otra cosa y la maquiavela de barrio. Demasiados compromisarios para tan poca lista; es más fácil encajonarlos en la plantilla del ayuntamiento, una vez juran el cargo se les pasa la fiebre ideológica. Cuando no te has esforzado para entrar en una institución la menosprecias, de ahí que quien opositó se esfuerce en su labor y los eternamente agradecidos se esfuercen en arrastrar por los suelos la imagen de la función pública.

En el Ayuntamiento de Marbella acusan al PP de haber colado doce cargos de confianza. Ángeles Muñoz dejó la Alcaldía pero sus confiables permanecen y cuando se ha intentado echarlos reclamaron sus derechos laborales. Ya no son políticos, sino que trabajan en condiciones de funcionario. Si, como dice Muñoz, es responsabilidad del nuevo gobierno no haber tramitado correctamente el despido, nadie la excusa del contrato. La cantidad de empleados públicos que caben en un Ayuntamiento solo está limitada por el censo municipal. Es habitual que cuando el gobierno del municipio prevé que lo van a botar -con b- haga fijos a todos los que fue colocando de tapadillo, y las prisas pueden más que el pudor; si es preciso lo hacen a calzón quitado, pactando con el resto del Pleno dónde va cada pariente. Unos exámenes limpios y rigurosos ayudarían a parar los desmanes, pero eso tiene una pega: que a veces entrará a trabajar alguien que no es del pueblo. Y los vecinos suelen entender su ayuntamiento como su pesebre o como la tierra comunal romana…

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