Fin de ciclo

Como bien recomendaba Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”

Las elecciones del pasado día 28 de mayo han traído consigo cambios importantes en la composición de muchos de los gobiernos regionales y municipales españoles. Nuevas políticas y nuevos políticos para los siguientes cuatro años y también el final de su etapa pública para otros. Lo que si ha dejado claro esta campaña es que cada uno debe saber cuáles son sus competencias y por qué no debe inmiscuirse en las campañas electorales de los demás, so pena de mandar a algunos al ostracismo o a la irrelevancia política.

El estilo constructivo y conciliador de muchos candidatos a presidentes, alcaldes o concejales ha contrastado con el navajeo político de los que venían a apoyarles en sus intervenciones. Es evidente que el hecho de presentar proyectos ilusionantes en cada municipio o región exige un trabajo y un esfuerzo intelectual para el que muchos de nuestros prebostes siguen sin estar preparados. El uso de una virulencia excesiva en los discursos, el señalamiento de empresarios y ciudadanos al más puro estilo abertzale o la sobreexposición y sobreactuación de los máximos responsables políticos han sido algunos de los detonantes para entender los resultados alcanzados.

Cabría pensar que tras una estrategia electoral tan desastrosa para algunos, la reflexión más básica indica que conviene cambiarla. Pero una convocatoria inmediata de elecciones y un nuevo discurso incendiario muestran que se sigue sin entender el mensaje ciudadano. Si había la más mínima oportunidad de futuros retiros dorados en la OTAN, en la ONU o en cualquier organismo internacional, la polarización de dicho discurso, utilizando el nombre de presidentes conservadores y progresistas extranjeros, hace inviable esa posibilidad. Nadie quiere a extremistas ni frentistas encabezando instituciones que tienen que mediar en multitud de conflictos con gobernantes de todo signo político.

Por tanto, ahora se abre un nuevo periodo electoral sin cambios ni duelo alguno. Y tratar de que pase desapercibida una pérdida territorial tan enorme, echando la culpa de ello al injusto voto ciudadano es, simplemente, una misión suicida. La inexistencia de partidos locales en las elecciones generales y la no confluencia de algunos partidos de implantación nacional, invitan a pensar que el bipartidismo pueda ser determinante. Y como bien recomendaba Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

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