Y la pérfida hija de los dioses del Olimpo andaluz calló, se sometió a sus padres semicelestes, y se arrodilló ante su hermana favorita Híspalis, a la que obligada entregó lo poco que atesoraba tras la creación del nuevo mundo blanquiverde. Perdió pues lo que tenía, sus riquezas, su prestigio, su importancia, mientras su hermana crecía en significación y consideración.

Al ver su desdichado presente, Garnata se quejó ante sus altísimos padres, que, atónitos ante tanta insolencia, aprehendieron a su levantisca hija y la encerraron en su más bella jaula, en la que volvió a adormecer y calló por mucho tiempo…

¿De qué te quejas Garnata, ingrata y desagradecida? ¿Qué le reclamas al supremo Infante y a sus hijos, esos dioses menores que tan bien han predicado la buena nueva del nuevo mundo andaluz?

Y como Garnata calló, sus hermanas favoritas, cuales insaciables rapaces, acapararon todas las dádivas, mercedes y atenciones, alcanzando inigualables privilegios que las situaron en el sanctasanctórum del paraíso de su celeste padre supremo Infante.

Abundantes prebendas y regalías recibieron de todos los dioses del olimpo andaluz ¡Qué virtuosas sois Híspalis y Malaka! Clamaban todos ¡Adorémoslas también!

Ante tanta algazara, Garnata despertó de su sueño ingrato y comprobó que más ingrata aún era su realidad. Desamparada, pobre, cautiva, condenada al ostracismo, apartada por sus padres semicelestes por rebelarse y por querer huir del Olimpo andaluz para ser por fin libre.

"¿Por qué despiertas ahora Garnata?", le gritaban desde el Olimpo andaluz, ¿por qué quieres ser libre si prisionera no pecas y andarías recta por la senda del bien andaluz?

Los granadinos de bien también te queremos dormida, sumisa, callada, obediente a los dioses andaluces, no díscola y pecadora. Ya los altísimos te avisaron de que si desatabas su ira, la desgracia sería tu única compañera. Que así sea si no redimes ya tus mortales pecados rezando el himno de los hombres de luz, de los hombres con alma de hombres.

Pero Garnata ya no oía tan vacuas palabras ni tanta condenación. Quería tierra y libertad, pero no la prometida por el dios Infante, sino que quería su tierra y su libertad.

¡No desafíes a los dioses insolente Garnata! ¡Desvergonzada, atrevida, pecadora! El excelso mundo andaluz sólo nos ha traído riquezas y prosperidad ¿De dónde heredaste tanta ingratitud? ¿Será que no eres hija de la suprema Andalucía? Ni mentarlo ¡Garnata calla y no remuevas tu épico pasado! ¡Calla y sométete al olimpo andaluz! No seas levantisca y levántate sólo ante el supremo Infante y la altísima Andalucía ¡Calla, de una vez calla!

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