Tinta con limón

José L. Malo /

Gente Guapa

22 de mayo 2014 - 01:00

BELLEZA: una arruga en un reloj de arena, un error del espejo; más una actitud que una condición. Servidor, que tiene el privilegio de vivir junto a la playa, procura al menos una vez al día andar por el Paseo Marítimo y aprovechar esa suerte. El paso del tiempo me ha permitido desarrollar teorías cual si de una pasarela de modelos se tratara. El Paseo es un escenario social, las actitudes de la gente que por allí camina traslucen su modus vivendi.

Siempre hay conversaciones estridentes, rutinarias, reiterativas, inexplicables; a uno le gusta escucharlas, por deformación profesional o porque se está haciendo viejo, quién sabe. La cuestión es que desde hace unas semanas proliferan adolescentes (y otras no tanto) que pululan cuasiennegrecidas, al parecer sin más aspiración que lucir piel de aceituna los fines de semana por la noche. Realmente algunas presentan apariencia cubana, uno diría que llevan meses y meses yendo a la playa. Hace unos días, dos que estaban ya considerablemente morenas, hablaban de la "tragedia" que suponía acumular una semana sin "haber pisado la playa". Porque, claro, la camiseta amarilla resalta menos o porque a principios de junio se casa mi amiga de la muerte y si no acudo moreno biyoncesco voy a hacer el ridículo.

Siempre he detestado a esas mujeres obsesionadas por ser las primeras en estar morenas. Que en Semana Santa ya deben tener la piel como si fuera agosto. Que se embadurnan en cremas de coco que aceleran el moreno sin el debido respeto al Sol y al cáncer. Que se convierten en puro artificio.

Y, cuando todos esos pensamientos me atacan, cuestión de segundos, aparecen una, dos, tres y bastantes más mujeres, de diversas edades y tipologías físicas, corriendo, haciendo footing, andando, con bicicleta... y me calmo. Y me agrada saber que ellas son más numerosas que esas de arcaico pensamiento que creen que estar morena en verano es garantía de ligue y ser guapas ante los demás. Hoy en día la mujer cada vez más se asienta en la vida deportiva y saludable, más concienciada en asarse bajo unas mallas que en tostarse como lagarto en una toalla. Y esas son las verdaderas mujeres guapas, y así se sienten. Son las que respetan su cuerpo por dentro, no por fuera.

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