Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Gerontofobia

Los mayores no están sólo para cuidar nietos y cobrar pensiones, son ejemplo de vida, sabiduría y experiencia

En la denuncia de las fobias contra determinados colectivos, hay uno que suele olvidársele a los dirigentes, y del que sólo se acuerdan cuando se aproximan procesos electorales.

Y es que los ancianos también son objeto de discriminación, porque no son jóvenes, ya no producen, no oyen bien, andan despacio, entorpecen el estresante caminar del resto de viandantes, algunos se cuelan en las colas porque les cuesta mucho estar de pie, hay que pagarles un pastón por sus más que merecidas pensiones, en fin, porque son viejos…

La gerontofobia, que se materializa en desprecios y ofensas, a nadie le importa, nadie piensa en los mayores como colectivo discriminado. Pero hasta dónde llega tal discriminación que Carlos San Juan ha tenido que promover ‘Soy mayor, no idiota’ para que los bancos no traten a los mayores como seres inservibles e ineptos, porque no saben, no quieren o no pueden manejar las nuevas tecnologías, y cuyo balance, tras un año del movimiento y de la supuesta implantación de nuevas prácticas para ellos, es de suspenso. Y es que quien no utiliza, no quiere o no puede utilizar internet es un colectivo que sufre una gran discriminación que a nadie le importa.

Las relaciones de una sociedad se basan en el mundo físico y ninguna entidad puede obligar a los ciudadanos a relacionarse en un mundo o entorno virtual, eso es discriminación.

Pero la gerontofobia no sólo se extiende a los mayores de a pie, incluso Juan Carlos I –criticado por tardar tropecientos segundos en bajar del avión en Sanjenjo–, Biden o Trump, aparte ideologías, sufren las burlas de generaciones más jóvenes sólo por sus edades. Es cierto que Biden anda bastante despistado, pero Trump no.

Igualmente, actrices, cantantes, y demás mujeres que trabajan de cara al público, a partir de una determinada edad suelen verse apartadas de la primera fila, salvo contadas excepciones, porque ya no venden tanto y no interesan a los jóvenes. Y qué decir de las presentadoras, o se multioperan o desaparecen del panorama televisivo, porque una cara bonita vende más.

No quiero tampoco olvidarme del colectivo de mayores de 50 años, que, aunque no son mayores, no encuentran trabajo ni por casualidad, aun estando en su plenitud intelectual, y muchos optan por prepararse oposiciones.

Es de justicia que nuestro Estado social defienda a estos colectivos discriminados, que extrañamente no gustan a algunos. Eso es fobia, tan intolerable como otras fobias.

Los mayores no están sólo para cuidar nietos y cobrar pensiones, son ejemplo de vida, sabiduría y experiencia.

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