Gracias Antonio

Sólo una inversión privada, ajena a malinterpretaciones y al tejemaneje público, es la mejor aliada para el triunfo

Hace unos meses recibíamos la desagradable noticia de que un proyecto cultural de gran envergadura, evaluado por un comité de expertos y apadrinado por nuestro actor más universal, era degradado de forma inmisericorde por algunos de los opinantes y prebostes malagueños. La reacción no se hizo esperar y Antonio Banderas puso tierra de por medio, tomando rumbo a nuevos proyectos alejados del turbio entorno de la política local. Pero como malagueño que quiere a su tierra, y que espera que algún día tengamos la dicha de contar con responsables de mayor altura de miras, vuelve con un proyecto de teatro y academia de actores acorde con su forma apasionada de sentir el arte desde el lugar que le vio nacer.

En sus palabras trascienden algunos de los principios que le auguran el éxito en este nuevo proyecto. Cabe resaltar su afán por no renunciar a un proyecto de estas características en Málaga, lo cual le honra como persona capaz de volver a levantarse ante la adversidad. Evidentemente tendrá que alejarse de aquellos cantos de sirena que lo alababan como símbolo de la progresía para después asestarle el más duro golpe en su proyecto del cine Astoria. Pero hay que tener en cuenta que cuando uno trae nuevos conocimientos y formas de pensar puede ilusionar a mucha gente y, por ello algunos, desde su incapacidad y principios trasnochados, atacan al ver temblar sus intereses. Baste recordar, como decía el escritor británico Terry Pratchett, que "la estupidez real siempre vence a la inteligencia artificial".

Y una idea absolutamente apasionante ha sido el expresar que "no trabajará con dinero público porque viene muy envenenado". Un proyecto como el de Banderas requiere, desde su origen, de una libertad y de una proyección general que cualquier administración, a través de subvenciones, trataría de politizar y usar en su propio beneficio. Y algo como esto debe ir dirigido a todos y cada uno de los malagueños, sin diferencias ideológicas y sin marginaciones populistas, pero con la calidad y notoriedad que merece. Por tanto sólo una inversión privada, ajena tanto a malinterpretaciones como al tejemaneje público, es la mejor aliada para el triunfo. Esperemos que, cuando se produzca la inauguración de su proyecto teatral, algunos tengan la decencia de no dar codazos para estar en las fotos y en la primera fila, después de sus desconsiderados comportamientos pasados.

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