Me pasa como a Calamaro, soy muy sensible a la belleza. Si tuviera que ubicarla en una zona del cuerpo, sería en la boca. Lo más bonito que podemos dar aparece en las sonrisas, las palabras, los besos. Por eso Disney se quedó a medio camino con lo de que la belleza está en el interior; si no la externalizamos tal y como creemos que es, nunca llegarán a vernos tan guapos como realmente somos. La gente no va por ahí besando sapos ni frotando lámparas.

Aunque de nada vale el cuadro más hermoso si vive en un museo cerrado; otro de los requisitos indispensables para que exista la belleza son los ojos que la admiran. Y en ese pacto tácito la subjetividad nos ofrece maravillosas posibilidades. No hablo solo de que el concepto de preciosura sea tan distinto en cada mirada, sino de cómo hay quien es capaz de mirar dentro de nosotros con tanto mimo que halle una belleza que se revelaba ciega para nosotros mismos.

Hoy en día el concepto de belleza lo han pervertido dañinamente las redes sociales. Proliferan los cánones artificiales y manufacturados por la publicidad y falsos referentes. Por ello me parecía oportuno recordar que hay mucha más gente guapa de lo que creemos y que podemos ser inmensamente bonitos más allá de nuestro envoltorio corporal. Debe ser una obligación contraprogramar el magma de imágenes de retoques imposibles o siluetas hipermusculadas. Los niños obesos, las personas introvertidas o los mayores a los que la arruga y la cana les absorbe la energía necesitan que los rescatemos, que le recordemos los cientos de maneras en que siguen siendo personas guapas.

He conocido rostros que me han cautivado, pero sobre todo he conocido gente muy bella. Gente con la proporción áurea en sus ventrículos y aurículas que inundan oficinas, colegios, ascensores y decenas de sitios que nunca serían un fondo de Instagram. Y me da miedo que los adolescentes no perciban que bajo sus brackets, gafas o ropa que no es de marca también poseen una guapura arrebatadora. Más aún en este mundo machista que escupe convenciones diarias tan miserablemente asesinas de la belleza interior. Por eso me encanta la expresión "gracias, guapa", y creo que hay que fomentarla. A chicas simpáticas, a niñas pequeñas cuando muestran sus ganas de vivir tras un juguete, a compañeras de trabajo que ejecutan su labor con una sonrisa perenne, a mujeres que te ayudan con la frase que necesitabas oír para levantarte el ánimo. Y para que dejemos de desligarla de esos comentarios babosos de bar, obra o discoteca (para mí no hay mejor piropo que hacer reír). No podemos limitarnos a decir que la belleza está en el interior, es necesario plagar a quienes nos rodean de mapas y carteles para que entiendan que poseen una belleza que no da followers, pero sí cautiva para siempre. Obvia el espejo, esa espinilla, el pelo que se te ha caído o ese amago de verruga. Estoy seguro de que eres una persona guapa.

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