Pedro Sánchez esperó a la noche de Halloween, horas después de jurar la Constitución la dulce princesa Leonor, para mostrar su rostro más siniestro, junto a los que serán sus no menos terroríficos socios en la inmediata investidura. En la oscuridad de la noche de los fantasmas el PSOE y ERC hicieron público el comunicado conjunto en el que, al fin, se constataba el acuerdo sobre la Amnistía para todos los delincuentes del procés, que tantas veces había negado don Pedro, paso previo, como había exigido otro muñeco siniestro como Puigdemont –que a la hora de redactar la columna no conozco si pondrá más exigencias– para llevar a cabo una consulta en Cataluña –referéndum–, observador de reconocido prestigio para controlar los acuerdos, 15.000 millones de deuda… es decir todo lo reclamado por los secesionistas. “Un triunfo para Cataluña”, ha subrayado Junqueras. Una vergüenza para España, piensan muchos.

Así las cosas, a la espera de lo que pueda decidir Puigdemont, su regreso triunfal a Cataluña puede estar próximo para certificar la humillación de la España que detesta, a la que ha vencido por la falta de dignidad de quien debiera representar los intereses y valores, expresamente grabados en la Constitución que él y sus socios están dispuestos a pisotear. Porque eso de aplicar y hacer guardar las leyes, sólo puede valer para que una princesa lo jure en un solemne acto, pero no para un gobernante sin escrúpulos. Porque con la amnistía a los delincuentes catalanes –no sólo políticos, sino agitadores– se quiebra el Estado de Derecho, porque significa que los tribunales fueron represivos e ilegales, como si se hubieran producido en una dictadura.

Un alto precio, para empezar, por un puñado de votos que garantizará el próximo Gobierno ‘sanchista’ , pero que no será sólo esas decisiónes, sino las gabelas políticas, económicas y sociales que tendremos que pagar el resto de los ciudadanos no catalanes.

A espera de Puigdemont, todo está preparado para que Sánchez confirme su cargo. Los herederos del terrorismo etarra también le han dado el visto bueno, junto al PNV y BNG, además, naturalmente de Sumar, todos los que no estuvieron, incluyendo ministros del Gobierno, en el solemne acto de la jura de la Constitución de la heredera de la Corona, la princesa Leonor.

Todos los socios de Sánchez son enemigos de la fórmula para consignar la jefatura del Estado, la única, por cierto, que presta estabilidad a una nación cuando se ve zarandeada de forma ruin por gente tan peligrosa como la que tenemos actualmente en la política española. A los ciudadanos sólo nos queda ser espectadores del desarrollo de lo que he llamado suavemente ‘grotesco esperpento’, cuando puede ser un drama.