Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
El juego ya lo conocemos. Se viene repitiendo con demasiada frecuencia. Como cualquier otro juego, también este tiene sus reglas. Y así, para adquirir la condición plena de diputado, en 1989 se reglamentó que quien presida la Cámara preguntará al interesado: "¿Juráis o prometéis acatar la Constitución?", pregunta que será contestada mediante la expresión "Sí, juro" o "Sí, prometo". Ni que decir tiene que esta fórmula está incluida en el ejemplar del Reglamento que se entrega a los diputados electos cuando acuden a la Cámara a recoger sus actas. Lo que sucede es que muchos de estos niños son irreverentes, caprichosos, insolentes, o por qué no decirlo: maleducados. ¿Y qué responden?: Bueno, que juran o prometen… "por la libertad de los presos y exiliados", "por la República Catalana", "por las 13 Rosas", "por España", "con lealtad al mandato democrático del 1-O, por fidelidad al pueblo de Cataluña, por la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados y por imperativo legal", "por la libertad de los/las presos/as políticos y hasta la constitución de la República Catalana, por imperativo legal", "contra el franquismo, contra el fascismo...". ¡Niñerías!
A veces yo también fantaseo que participo en ese juego. Es un chollo, así que no creo que nadie pueda criticar estas ensoñaciones mías. Cobraría un mínimo mensual de 3.800 euros, me regalarían una tablet iPad y un móvil iPhone, y además podría recibir también algunos pluses -complementos para gastos de representación y de libre disposición en función del puesto que yo represente en ese juego (si soy portavoz de mi equipo: 2.819,97 euros al mes, si soy vicepresidentes: 3.060,92, y si soy presidente: 9.651,04 euros extra al mes) ¡Guau! Pero es que, además, cubrirían todos mis gastos de transporte, en primera clase, por supuesto. ¿Y qué contestaría yo a la preguntita, "Juráis o prometéis acatar…"? Bueno, ahí lo bordaría. Se me ocurren respuestas entrañables, de esas que le saltan las lágrimas a tus seres queridos ("Por mi santa esposa", "por mis niños que son los más listos, guapos y buenos", "por la madre que me parió y el padre que me hizo"…). Tengo también un listado de respuestas escatológicas, irreverentes y barriobajeras ("Por mis santos coj…" "porque me sale de las entrepi…", "por joder al hijoputa de…", etc). Claro es que, aunque yo ni estudié en un colegio de pago ni me licencié en la Universidad Rey Juan Carlos, también soy capaz de hilvanar respuestas poéticas, graciosillas y populistas ("porque siga saliendo el sol por Antequera", "por Algarrobo que tiene el clima más templado de la costa del sol", "no puedor, fistro, te das cuen… comorl… por el pecador de la pradera").
En fin, como ya digo, se trata de un juego de niños y como tal tampoco hay que darle demasiada importancia. Es verdad que después nos llega el informe PISA y pone a parir y en la cola a la competencia educativa de los niños españoles (¡de los andaluces ni les cuento!), pero eso es culpa de la envidia que nos tienen o que no nos han medido bien. ¡Ni caso! Aunque siempre surge un cenizo que, parafraseando los versos de Gil de Biedma ("Que la vida iba en serio/uno lo empieza a comprender más tarde/-como todos los jóvenes, yo vine/a llevarme la vida por delante..."), nos recuerda que la política, como la vida, también es un juego que va en serio. Pero, insisto ¡ni caso!
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