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José Rosado

¿Legalizar las drogas?

26 de octubre 2012 - 01:00

ACTUALMENTE, la sociedad asume el tema droga como un mal menor, que siempre es un mal, provocando una indiferencia asociada a un cierto olvido; y un problema olvidado nunca es un problema resuelto. Así, el asunto de la legalización de las drogas, aparece cíclicamente como una intención de ofrecer solución al problema, y las discusiones se contaminan con intereses políticos, sociales, laborales y económicos y, alejándose de criterios técnicos, llegan a confundir a una comunidad que lo que quiere son verdades y no opiniones. La falta de información o una interpretación errónea, son elementos que aparecen en muchos de los argumentos que se utilizan en estos debates fáciles de manipular, e hipotecados por los limites normales de tiempo, dificultan el discernimiento de una realidad que necesita racionalidad y diálogo constructivo para acercarse a la verdad, y no a "mi verdad". Sólo pretendo mostrar algunas valoraciones para que, desde una unificación mínima de criterios, ayudar a conseguir conclusiones que ofrezcan alternativas válidas.

1º.- En principio, la droga no representa ningún problema, sino que éste es sólo consecuencia de la utilización que de ella hace la persona: el verdadero problema se encuentra en la persona.

2º.- Todas las drogas, sin excepciones, tienen una indicación terapéutica y pueden ser veneno o remedio, dependiendo de una correcta indicación y una dosis adecuada durante un tiempo determinado. Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis.

3º.- Los aspectos éticos, morales y legales para la utilización de cualquier droga son transitorios y accidentales, y por tanto de una categoría inferior a los terapéuticos que son siempre permanentes y fundamentales.

4º.- Aliviar el sufrir humano y evitar el dolor son objetivos esenciales en la praxis médica y para esta meta tenemos la obligación de utilizar cualquier remedio que provoque menos sufrimiento que el que pretendemos evitar.

5º.- Lo legal no tiene por qué ser bueno y lo bueno no es siempre legal. Y no se trata tanto de legalizar una sustancia como del deber, derecho y obligación de utilizarla en las mismas condiciones que cualquier otro fármaco: prescripción de un especialista, similar control y seguimiento adecuado. Un derecho no se legaliza sino se ejecuta, lógicamente en armonía con los demás derechos.

7º.- Las drogas correctamente usadas, con una indicación especifica por un diagnóstico argumentado y a dosis adecuadas, presentan menos reacciones adversas, incompatibilidades, contraindicaciones que muchos de los medicamentos rutinariamente prescritos y que desencadenan una farmacodependencia " legal" con graves y peligrosas consecuencias.

8º.- Las drogas tienen unas indicaciones muy concretas y se presentan como recursos singulares en los dolores neuropáticos, quimioterapias, esclerosis múltiples, y de manera especial en los enfermos con patologías graves en que se les proporcionan estados gratificantes de conciencia que, estimulando el ánimo y ensanchando esperanzas, son activadoras de un sistema inmunológico con capacidad de curar. Desde luego nadie discute "las bondades" del cannabis en las quimioterapias, el efecto antipsicótico de la heroína o antidepresivo de la cocaína: "vivir bien es mejor que vivir".

9º.- Claro que cuando se nos presenta enfermos terminales o en cuidados paliativos, la obligación de aliviar su sufrir se nos muestra como una opción en la que no podemos "entretenernos" en matizaciones legales: se impone ayudar al bien vivir y de manera singular al bien morir en las condiciones más dignas posibles. En este contexto no se debe dudar en utilizar lo que ofrece alivio y bienestar, porque lo que fundamenta el arte de la medicina no es salvar de la muerte sino del sufrir y del dolor.

10.-. El ser humano tiene el derecho a ser cuidado y atendido en su enfermedad con todos los recursos posibles y adecuados, y que resulten eficientes y eficaces. Y este derecho no puede estar limitado por normas o intereses sociales, políticos, económicos o religiosos.

Es verdad que la dispensación intrahospitalaria de cannabis en nuestros hospitales (Carlos Haya, Materno, Civil...) se encuentra normalizada y el programa de metadona sigue con su nivel de eficacia, pero, el protagonismo actual del consumo asociado de heroína y cocaína merece una atención urgente y necesita el desarrollo de programas similares a los que hace pocos años hicimos con la dispensación de heroína intravenosa, con resultados más que espectaculares, y que fue suspendido sin argumentos científicos. Asumir el control, distribución y utilización de las drogas por la estructura sanitaria es siempre mejor que dejar el tema en manos de narcotraficantes. Iniciar un debate contemplando estas consideraciones y con la recta intención de ayudar a la persona que sufre, puede ser muy rentable para la salud física y mental de nuestra comunidad.

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