Félix Godoy
José María Muñoz no puede seguir al frente del Málaga CF
ACTUALMENTE, la sociedad asume el tema droga como un mal menor, que siempre es un mal, provocando una indiferencia asociada a un cierto olvido; y un problema olvidado nunca es un problema resuelto. Así, el asunto de la legalización de las drogas, aparece cíclicamente como una intención de ofrecer solución al problema, y las discusiones se contaminan con intereses políticos, sociales, laborales y económicos y, alejándose de criterios técnicos, llegan a confundir a una comunidad que lo que quiere son verdades y no opiniones. La falta de información o una interpretación errónea, son elementos que aparecen en muchos de los argumentos que se utilizan en estos debates fáciles de manipular, e hipotecados por los limites normales de tiempo, dificultan el discernimiento de una realidad que necesita racionalidad y diálogo constructivo para acercarse a la verdad, y no a "mi verdad". Sólo pretendo mostrar algunas valoraciones para que, desde una unificación mínima de criterios, ayudar a conseguir conclusiones que ofrezcan alternativas válidas.
1º.- En principio, la droga no representa ningún problema, sino que éste es sólo consecuencia de la utilización que de ella hace la persona: el verdadero problema se encuentra en la persona.
2º.- Todas las drogas, sin excepciones, tienen una indicación terapéutica y pueden ser veneno o remedio, dependiendo de una correcta indicación y una dosis adecuada durante un tiempo determinado. Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis.
3º.- Los aspectos éticos, morales y legales para la utilización de cualquier droga son transitorios y accidentales, y por tanto de una categoría inferior a los terapéuticos que son siempre permanentes y fundamentales.
4º.- Aliviar el sufrir humano y evitar el dolor son objetivos esenciales en la praxis médica y para esta meta tenemos la obligación de utilizar cualquier remedio que provoque menos sufrimiento que el que pretendemos evitar.
5º.- Lo legal no tiene por qué ser bueno y lo bueno no es siempre legal. Y no se trata tanto de legalizar una sustancia como del deber, derecho y obligación de utilizarla en las mismas condiciones que cualquier otro fármaco: prescripción de un especialista, similar control y seguimiento adecuado. Un derecho no se legaliza sino se ejecuta, lógicamente en armonía con los demás derechos.
7º.- Las drogas correctamente usadas, con una indicación especifica por un diagnóstico argumentado y a dosis adecuadas, presentan menos reacciones adversas, incompatibilidades, contraindicaciones que muchos de los medicamentos rutinariamente prescritos y que desencadenan una farmacodependencia " legal" con graves y peligrosas consecuencias.
8º.- Las drogas tienen unas indicaciones muy concretas y se presentan como recursos singulares en los dolores neuropáticos, quimioterapias, esclerosis múltiples, y de manera especial en los enfermos con patologías graves en que se les proporcionan estados gratificantes de conciencia que, estimulando el ánimo y ensanchando esperanzas, son activadoras de un sistema inmunológico con capacidad de curar. Desde luego nadie discute "las bondades" del cannabis en las quimioterapias, el efecto antipsicótico de la heroína o antidepresivo de la cocaína: "vivir bien es mejor que vivir".
9º.- Claro que cuando se nos presenta enfermos terminales o en cuidados paliativos, la obligación de aliviar su sufrir se nos muestra como una opción en la que no podemos "entretenernos" en matizaciones legales: se impone ayudar al bien vivir y de manera singular al bien morir en las condiciones más dignas posibles. En este contexto no se debe dudar en utilizar lo que ofrece alivio y bienestar, porque lo que fundamenta el arte de la medicina no es salvar de la muerte sino del sufrir y del dolor.
10.-. El ser humano tiene el derecho a ser cuidado y atendido en su enfermedad con todos los recursos posibles y adecuados, y que resulten eficientes y eficaces. Y este derecho no puede estar limitado por normas o intereses sociales, políticos, económicos o religiosos.
Es verdad que la dispensación intrahospitalaria de cannabis en nuestros hospitales (Carlos Haya, Materno, Civil...) se encuentra normalizada y el programa de metadona sigue con su nivel de eficacia, pero, el protagonismo actual del consumo asociado de heroína y cocaína merece una atención urgente y necesita el desarrollo de programas similares a los que hace pocos años hicimos con la dispensación de heroína intravenosa, con resultados más que espectaculares, y que fue suspendido sin argumentos científicos. Asumir el control, distribución y utilización de las drogas por la estructura sanitaria es siempre mejor que dejar el tema en manos de narcotraficantes. Iniciar un debate contemplando estas consideraciones y con la recta intención de ayudar a la persona que sufre, puede ser muy rentable para la salud física y mental de nuestra comunidad.
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