Nos pareció lógico que la forense aconsejara que Griñán no entrara en prisión hasta que remita su enfermedad, puesto que sus efectos secundarios son "poco compatibles" con la vida en la cárcel. También resultó natural que la Fiscalía pidiera lo mismo hasta que los servicios penitenciarios no emitieran su informe sobre si puede tratarse en prisión del cáncer. Por tanto, que la Audiencia aplace su ingreso hasta que concluya su tratamiento a nadie pilló por sorpresa. Hasta el PP llamó a la "sensibilidad". Lo que cabe preguntarse es por qué no somos tan sensibles con otros presos con estas enfermedades.

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