Félix Godoy
José María Muñoz no puede seguir al frente del Málaga CF
EL verano llegó con una falsa brisa que pregona futuros calores y una alegría en el cuerpo que nos olvida los males del invierno. Los amigos regresan de sus exilios y las terrazas del barrio, el mío, se llenan de foráneos que masifican el encanto bohemio y marinero de Pedregalejo, un oasis entre bloques y carreteras en una ciudad empeñada en perder su encanto. Por el paseo se mezclan pijos y modernitos, en proporciones desiguales, con guiris que avanzan en hordas rubias al paso alegre del mojito y el sex on the beach, mientras en las peñas y en algún chiringuito, los de siempre, se resguarda la esencia verdadera de jabegote y sal, aquella que se muestra en las mañanas de invierno en viejos que cosen las redes o limpian el pescado en callejones presididos por El Cautivo o la Virgen del Carmen.
En el Cohiba, que tiene ya otro nombre, hablamos de fútbol, que es de lo que se habla en verano para no amargar la copa, mientras uno se jarta de palomitas, suspira por un Isco que emigra a Madrid y recuerda aquel España-Nigeria en el que Zubizarreta la pifió y perdió en unos minutos el prestigio ganado en toda una carrera de éxitos. El verano, desde el 2008, trae con su brisa aromas de victoria, como ese olor a napalm vietnamita de Apocalipsis Now, pero sin olor a carne quemada y con un balón, que los cursis suelen llamar esférico, como protagonista de una fiesta que recupera, al menos de forma momentánea, la autoestima de una nación que cuando no hay fútbol no sabe ni siquiera que lo es.
Tras la Copa Confederaciones, que es como un Ramón de Carranza de la globalización, con Copacabana en vez de La Caleta y un cani, de nombre Neymar, como estrella, España volverá a lo de siempre y nuestros políticos, con el buen tiempo, se marcharán a las costas con unas vacaciones que, por el bien de España, son más largas que las del resto de españolitos: hasta septiembre u octubre, cuando vuelvan al machito, el país tendrá tiempo para regenerarse y nosotros de disfrutar de un merecido descanso psicológico.
En octubre, en Málaga, si Dios quiere, seguirá siendo verano, pero Málaga será menos Málaga, porque nuestros amigos se habrán ido e Isco, y otros tantos, se habrán marchado a buscarse las habichuelas fuera. Los políticos volverán a sus quehaceres, a las peleas y las tontunas, y Pedregalejo, menos saturado, volverá a ser mío. Nuestro. A esa tranquilidad de las mañanas en las que se mezcla lo viejo y lo nuevo.
También te puede interesar
Félix Godoy
José María Muñoz no puede seguir al frente del Málaga CF
Yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
Navidad negra
Confabulario
Manuel Gregorio González
Lotería y nacimientos
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
La senda de Extremadura
Lo último