José Aguilar

María Jesús, contorsionista

La esquina

Montero rechazaba las rebajas fiscales por incoherentes mientras Moncloa la llamaba ya para ponerlas en marcha

02 de octubre 2022 - 01:50

Para encontrar una salida airosa al enredo fiscal nacional que echó a andar Juanma Moreno (y airosa es: más impuestos a los ricos y cierto alivio para los más pobres), Pedro Sánchez ha tenido que obligar a un nuevo ejercicio de contorsionismo a otra andaluza. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a la que recientemente puso de número dos del PSOE.

El miércoles, horas antes de recibir la orden de Sánchez de acometer su propia rebaja de impuestos -matizada por el gravamen a las grandes fortunas propuesto hace tiempo por Unidas Podemos-, todavía andaba Montero en estado de indignación con Ximo Puig y de advertencia a otros presidentes autonómicos. Decía cosas como ésta: "No se puede ir a una espiral de rebaja fiscal de las comunidades". O ideas tan razonables como esta otra: la gran mayoría de las autonomías están exigiendo al Estado más recursos y no es coherente que mermen los ingresos públicos reduciendo los impuestos, que es de donde salen. O como ésta: tampoco es coherente que España esté recibiendo 140.000 millones de la Unión Europea y a los contribuyentes que los proporcionan les lleguen noticias continuas de que estamos bajando la presión fiscal. Otra vez la fama de pedigüeños: nosotros no nos esforzamos y pedimos a los demás que nos ayuden.

El gran mérito de María Jesús Montero ha sido cambiar sobre la marcha, dar la espalda en un rato a todos estos planteamientos que parecían inamovibles y, encima, parir un artefacto tributario que compensa la antes nefanda rebaja impositiva que ponía en peligro el Estado del Bienestar con el gravamen a las grandes fortunas que tantas veces ha querido aplicar Podemos y otras tantas ha frenado el PSOE. Las prisas de Moncloa por frenar la deriva bajista de los barones autonómicos y, a la vez, castigar a los dos dirigentes populares que más daño han hecho al inquilino a la Moncloa en el último año y medio (Madrid y Andalucía), inutilizando su eliminación del impuesto sobre el patrimonio, hicieron que las negociaciones entre Montero y Yolanda fueran coser y cantar. Una charla entre amigas y cómplices.

Desdiciéndose de un día para otro, ha arbitrado la ministra Montero una salida fiscal socialmente atractiva: subida a las grandes fortunas, sociedades potentes y rentas del capital, y bajadas a las rentas inferiores y los autónomos, aunque no a las clases medias, que seguirán soportando el mayor esfuerzo fiscal. No se puede tener todo. Ni siquiera siendo tan dúctil y contorsionista.

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