¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Memoria venenosa

Resulta raro que dos partidos que tuvieron responsabilidades en la Guerra Civil nos hablen de Memoria Democrática

Aviso de antemano que lo que voy a contar es extremadamente desagradable. Vayan por delante mis disculpas por la truculencia y por la falta de sentido del humor, que es lo único que salva al hombre de su condición de borrico evolucionado. Recientemente, en la cena del Premio Formentor en Sevilla, un conocido poeta, tahúr y naturalista catalán me contó con pelos y señales cómo mataron a dos tíos de su mujer los heroicos milicianos de la República y el pueblo. Al primero, tras desnudarlo, lo metieron en una pequeña caseta y arrojaron dentro dos panales de abejas previamente cabreadas. Cuando abrieron la puerta apareció un siniestro cadáver inflado por el veneno. Al segundo, como si fuese un cañón del XVIII, le introdujeron en la boca una bola de estopa que empujaron con un palo hasta que los pulmones del desdichado reventaron. No fue una forma bonita de decir adiós e este perro mundo. Estamos a la espera de saber si este tipo de crímenes serán investigados por la Fiscalía de Derechos Humanos y Memoria Democrática que creará, si nadie lo impide, la nueva Ley de Memoria Histórica, ese cuento de niños tontos creado por la izquierda para demonizar a media España y consumar su dominio moral y cultural sobre la sociedad durante las próximas décadas.

Resulta raro que en las nuevas enmiendas que ensucian aún más la Ley de Memoria hayan tenido un papel destacado dos partidos, PSOE y PCE (escondido en Podemos), que tuvieron responsabilidades muy directas en las barbaridades de la Guerra Civil. Más extraño resulta aún que los socialistas reclamen que se investiguen los " posibles crímenes de la Transición" y que las pesquisas se detengan justo en 1982, justo el año en que el PSOE llegó al Gobierno. Si mi memoria histórica no me falla, con los del puño y la rosa comenzó uno de los momentos más activos y negros de las alcantarillas del Estado, la guerra sucia de los GAL. Por otra parte, escuchar al PCE (valedor en su momento de uno de los mayores genocidas de la Historia, don Iósif Stalin) hablar de memoria democrática es algo que produce espasmos de risa nerviosa.

Aparte está lo de la retirada de los títulos nobiliarios. Me referiré sólo al ducado de Calvo Sotelo, título que se concedió en honor a uno de los asesinados por las cloacas de la II República (no todo fueron misiones pedagógicas). Ahora, la víctima sufre una segunda muerte simbólica. No había ninguna necesidad y es una prueba más del veneno que envuelve a todo lo relacionado con la Memoria Histórica.

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