Parlamentos de pitiminí

Tenemos gobiernos ejecutivos con amplios dominios reservados y legislativos subalternos

Salimos del verano del Covid con los eslóganes gubernamentales desplumados por la realidad: ni unidos, ni más fuertes. Y con muchas dudas sobre nuestro futuro laboral, académico o sanitario. Con el prestigio de la monarquía cuestionado por un sector de la población, decepcionado de la actuación de Juan Carlos I en sus últimos tiempos, los nostálgicos de las repúblicas españolas ven la oportunidad de ir a por la tercera. No hace falta; tenemos ya en funciones un presidente del Gobierno plenipotenciario, que recibe en La Moncloa como si fuese el Elíseo. Aquí parece no haber más que gobiernos ejecutivos con amplios dominios reservados, frente a unos legislativos subalternos, en los que se practica "un parlamentarismo difuminado", en afortunada definición del profesor Ruiz Robledo. En un artículo esta semana el catedrático de Constitucional de Granada ha recordado que el Gobierno ha dictado 26 leyes mediante reales decretos en lo que llevamos de año, mientras que Las Cortes sólo han aprobado dos leyes ordinarias y ninguna orgánica.

Cuando en el inicio de esta legislatura se conocieron los nombres de las presidentas de Congreso y el Senado Batet y Llop, ambas agradecieron por twitter a Pedro Sánchez el nombramiento en una diáfana aceptación de su papel subordinado. El proceso no es nuevo, ya le pasó a Durán con Susana Díaz en el Parlamento andaluz o le pasa ahora a Bosquet respecto a la coalición gobernante en Andalucía.

Estos parlamentos de pitiminí incumplen el mandato constitucional o estatutario de que la soberanía del pueblo español reside en Las Cortes y la del pueblo andaluz en el Parlamento regional. Aquí los soberanos parecen residir en La Moncloa y San Telmo. Mientras tanto, hay quien pretende que hay que suspender por caducos los privilegios históricos de la monarquía hereditaria, pero no se le pasa por la cabeza hacer lo mismo con los privilegios forales heredados por vascos y navarros.

En paralelo, resulta cómico oír al trío Moreno, Marín y Bendodo, entonar que Andalucía no quiere ser menos que nadie, canción que han copiado a Díaz. Pero no cuestionan el cupo vasco que es una ventaja fiscal que el Gobierno Rajoy llevó al máximo. En su despedida como portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo se refirió varias veces a la "España adulta". Quizá era una alusión indirecta a la adolescencia de gobernantes y opositores que salen de un eslogan para meterse en otro, con rumbo desconocido.

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