Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
LA Iglesia Católica Apostólica Romana, que muestra empeño en evitar que se llame mezquita a la Catedral, ha inscrito en el Registro de Patentes y Marcas el término Mezquita de Córdoba. Relevante. Es como si la Pepsi registrase el nombre de Coca Cola. Antes, ya había una cruda polémica entre la Junta de Andalucía y el Cabildo, sobre la propiedad de la grandiosa Mezquita cordobesa.
La discusión se genera porque el Cabildo inmatriculó en 2006 como propiedad de la Iglesia este edificio singular, joya de la arquitectura universal construida entre los siglos VIII y X, que es desde 1984 Patrimonio de la Humanidad. En pureza ese título debería significar que la Mezquita fuese un bien propio del conjunto de la humanidad. Pero no, se trataba de un título honorífico, aunque coincidía con que la Mezquita no tenía un dueño registral.
La inmatriculación, de hecho, es la inscripción a nombre de uno de lo que se supone que no es de nadie. Una plataforma cívica reclama que tenga titularidad pública y el Gobierno andaluz se ha sumado a esa tesis, que tiene toda la lógica. Edificios de este tipo deberían ser patrimonio nacional, porque se mantienen con generosos fondos públicos europeos, nacionales, regionales y locales. Pero en fin, la Iglesia esgrime sus derechos, basados en resquicios legales hábilmente empleados, y ahora se entablarán recursos jurídicos de incierto recorrido.
Pero lo que más llama la atención es el registro como marca del término Mezquita de Córdoba. El obispo cordobés ha defendido en reiteradas ocasiones que el recinto es catedral desde hace ocho siglos y ha mostrado su irritación porque se le siga llamando mezquita. Monseñor Fernández predica con el ejemplo: el folleto que le entregan allí a los turistas se llama La catedral de Córdoba, testigo vivo de nuestra historia. En él se dedican sólo dos hojillas a la "la intervención islámica". Por eso sorprende que se registre la marca que se quiere combatir.
En fin, esta no es la primera polémica entre curas y seglares respecto a la mezquita. La construcción de la catedral ya estuvo rodeada de polémica en el siglo XVI. Los cabildos eclesiástico y civil estuvieron a la gresca mucho tiempo, hasta que Carlos V se puso de parte de los canónigos y se hizo la obra. Aunque el emperador se arrepintió de su decisión. Se le atribuye una frase lapidaria: "Habéis destruido lo que era único en el mundo y habéis puesto en su lugar lo que puede verse en todas partes". La vieja polémica vuelve con nuevos argumentos.
También te puede interesar
Lo último