La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
MEDIO millar de funcionarios integran la unidad de Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía. Básicamente el Gobierno andaluz los utiliza para la protección de menores, el control del juego y los espectáculos públicos, la lucha contra los delitos medioambientales y la protección de personalidades y edificios públicos, y su nivel de cualificación es elevado. No obstante, puede afirmarse que se trata de una dotación desaprovechada. No dispone de una legislación básica que regule las competencias de todas las Fuerzas de Seguridad actuantes en el mismo territorio, de modo que con frecuencia se producen duplicidades y distorsiones, que sólo se resuelven a medias por la buena voluntad y el sentido común de unos agentes y otros. Por carecer, carecen hasta de un equipo de transmisiones adecuado a las necesidades de la función policial, debiendo los policías comunicarse a través de teléfonos móviles individuales, lo que resta eficiencia a sus actuaciones. Tampoco tienen acceso a las bases de datos de la Policía Nacional y la Guardia Civil ni reciben de parte de las autoridades de Gobernación directrices claras para organizar su trabajo. En definitiva, puede decirse que su existencia constituye un despilfarro de recursos públicos, y no precisamente por culpa de ellos. En realidad, la unidad adscrita a la Junta se creó como embrión de la que iba a ser una auténtica Policía Autonómica, en un momento en que la comunidad autónoma no quería ser menos que otras comunidades históricas, como Cataluña y el País Vasco, que apostaron por sus propios cuerpos policiales. Luego la negociación con el Estado para ampliar sus competencias y proceder a la sustitución de las Fuerzas de Seguridad en territorio andaluz se estancó, y hoy es el día en que ningún responsable política mantiene en serio esta reivindicación. Tampoco la coyuntura económica lo haría posible. O se llena de contenido a esta presunta Policía Autonómica o se abandona definitivamente el empeño, desistiendo de contar con un cuerpo propio. Seguramente Andalucía tiene otras prioridades en esta década. Seguir así no tiene sentido.
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