Racismo sutil

Se pueden asumir riesgos si vienen a llenar bares, pero no si pretenden visitar a la familia en el norte de África

El veneno del racismo no se expresa solo con brutalidades policiales o abusos violentos. Las incendiarias proclamas de supremacismo no son el único vehículo para promover la discriminación, ni solo en la distancia se encuentran ejemplos de este comportamiento. Hay otras formas más sutiles y próximas de ir extendiendo el rechazo por razones de raza, origen o religión. A veces una actitud o una propuesta son suficientes para reflejar un trato vejatorio.

Es en esta línea de diferenciaciones menos explosivas, pero también nocivas, donde se puede incardinar la actitud del Gobierno andaluz sobre los marroquíes que este verano pretenden cruzar nuestra comunidad para encontrarse con sus familiares. Inicialmente no se ha planteado estudiar el mejor sistema para que no aumenten el riesgo de contagio, que hubiera sido una actitud lógica y responsable; lo que por boca de su presidente ha pedido directamente la Junta de Andalucía al Gobierno de España es que impida la Operación Paso del Estrecho (OPE). Toda la impaciencia para que terminara el confinamiento, toda la urgencia para que se instalara la libre movilidad en nuestra comunidad, toda la premura para que se abrieran las fronteras nacionales desaparece cuando quien pretende hacer uso de esos derechos son un determinado colectivo que al parecer reporta pocos beneficios económicos.

Por lo visto la angustia de no poder desplazarse para visitar a amigos y familiares, aunque solo pueda hacerse una vez al año, deja de ser relevante si quienes la sufren son mayoritariamente árabes musulmanes y migrantes. Se ha tratado de consolidar la teoría de que se pueden asumir riesgos y peligros al abrir nuestras fronteras si los que nos visitan viene a llenar bares y hoteles pero si su pretensión es visitar a sus familiares en el norte de África sin generar mayores ingresos económicos su derecho deja de ser defendible Así, con este desafortunado planteamiento, los representantes del Gobierno andaluz, no solo han tratado de marcar una vergonzosa línea de separación entre personas que provienen de los mismos países sino que han señalado a un determinado colectivo como un peligroso elemento de contagio, alimentando de esta forma un sentimiento de rechazo con evidentes elementos raciales. Por eso a veces el racismo con formas menos desvergonzadas y llamativas también existe. Y en Andalucía hemos tenido un ejemplo.

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