Por montera

Mariló / Montero

Rastas en el Congreso

16 de enero 2016 - 01:00

LA sesión inaugural del undécimo Congreso de los Diputados ha resultado realmente divertida. Gracias a las crónicas de aquellos que presenciaron en primera persona la Transición al comparar cómo se sentaban en sus escaños desde Felipe González hasta Santiago Carrillo asido a su inseparable cigarro. O el otro que relataba cuando Pilar Miró dijo a un ministro de la época al cruzar las puertas de Congreso para cubrir la noticia del momento ante los guardia civiles: "Antes corríamos delante de ello y ahora se cuadran ante nosotros al pasar delante de ellos". O esa anécdota protagonizada por otro ministro que le preguntó a Íñigo Errejón por su edad y éste al responderle que tenía 32 años, el gobernante le confesó que sus hijos eran mayores que él. Y continúa: ¿y no sientes que estás volviendo al colegio? Ése es el panorama. Dentro, un hemiciclo patas arriba donde las cazadoras, abrigos de vivos colores, trencas, chupas, pashminas, fulares y demás vestimentas de abrigo tapan el magnífico cuero de los escaños y donde el propio Congreso parece el salón de la casa de una amiga íntima que acaba de ser abuela. En un año ha tenido tres nietos. Mi amiga se queja sorprendida y me pregunta con profunda sorpresa: "¿Pero por qué ahora nuestros hijos tienen que desplazar todos los muebles de mi casa cada vez que me traen a los nietos viendo en cada mesa, en cada armario un peligro de muerte?". Sus juegos han sido compaginados mientras hacía la comida y mantenías el hogar en orden. Cada cosa estaba en su sitio. Hay cierto paralelismo en el Congreso. Era, como una casa donde habían llegado a jugar los nietos de mi amiga. Pero lo más peliagudo, y esto me viene al pelo, es el tema del bebé de Bescansa que ha vuelto a poner de moda la genial película Agárralo como puedas 33 y1/3 donde durante un juicio todos los letrados acuden a la sesión con sus bebés a los que dan de mamar, cambian pañales o calman su llanto. Otro que ha ganado popularidad por sus rastas es Alberto Rodríguez. Aún en esta sociedad están mal vistas, incluso limitan ciertos puestos de trabajo. Este peinado tiene más siglos que El León de Judá. Aunque las hayan usado en multitud de culturas de todos los continentes, incluso los cristianos (el obispo Santiago el Justo llevaba rastas hasta los pies)… las popularizó más que dioses aztecas, egipcios, africanos, rastafaris, sadhus, faquires, shivas, jamaicanos, y antiguos testamentos que pactaban con dioses, Bob Marley y tiene su propia canción Natty Dread

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