Reescribir la historia

La realidad es que la historia es algo más trascendente que el capricho circunstancial de unos gobernantes

El día de Andalucía siempre tuvo un inevitable aire triunfalista. Es una conmemoración para remarcar los méritos presentes y pasados de la comunidad y cultivar el orgullo, mitad real y mitad fingido, de haber nacido en esta tierra. En este tipo de festividades es inevitable recurrir a tópicos históricos y rebuscar identidades ocultas que nos hagan sentir satisfechos de nuestra tierra y de nuestros convecinos. Es un día de armonía, o al menos eso es lo que se intenta. Hasta aquí llegaría el guion del día de la comunidad, fuera cual fuera el gobierno al que le tocara organizar y dirigir el evento, y no habría nada que reprochar.

El problema surge cuando, aprovechando la conmemoración y abusando de las prerrogativas que el poder da, se pretende con descaro intentar remodelar el pasado en beneficio propio, tratando de reescribir la historia, sembrando dudas y medias verdades que pueden crear confusión en la sociedad andaluza. Inventar un relato en el que la derecha pretende apuntarse desde el primer día a la defensa de la autonomía andaluza e intentar pasar a la historia como artífices de su construcción no deja de ser una provocación y un atentado a la verdad. Se piensa que una vez alcanzado legítimamente el poder político se tiene la potestad de modificar los hechos pasados a su interés y hacer olvidar los errores que se cometieron. Hasta tal punto se parte de esa convicción que el histórico dirigente andalucista Rojas Marcos pretende que sea el propio presidente de la Junta de Andalucía el que se encargue de reparar supuestas injusticias históricas y restituir hipotéticos prestigios maltratados. Pobre criterio se debe tener de la verdad histórica cuando se confía en que desde el gobierno autonómico se tiene la facultad y la fuerza como para rehacer la historia a su antojo, inventando actitudes y fingiendo personalidades. La realidad es que la historia es algo más trascendente que el capricho circunstancial de unos gobernantes y no es fácil manipularla aunque se tenga la intención de hacerlo. Por eso no solo es ruin, sino pretencioso pensar que se puede borrar lo que cada quien hizo en su momento y lo razonable y lógico que debería plantear el actual Gobierno andaluz debería ser admitir los errores pasados al no defender la autonomía andaluza, pedir excusas por ello y no pretender reescribir la historia ni escatimar protagonismo y mérito a los que históricamente le corresponde. Esa sí sería la actitud que Andalucía se merece.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios