NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
Quien nunca se preguntó el porqué de la Selectividad? ¿Quién de ustedes encontró el porqué para estudiar Medicina se deben tener extensísimos conocimientos en matemáticas? ¿Quién de acuerdo con un sistema donde todo depende de unas subjetivas centésimas otorgadas por un evaluador? ¿Quién entiende que los exámenes sean distintos en cada Comunidad Autónoma, pero en cambio las notas sirvan para matricular en cualquier universidad de España? ¿Quién no dijo nunca que esta EBAU es el más injusto de los métodos de selección?
España trabaja en un nuevo modelo de Ebau para 2024. Los alumnos matriculados en primero de Bachillerato durante el curso 2022-2023 se enfrentarán a una prueba adaptada a los nuevos currículos. La propuesta del Ministerio reduce a la mitad los exámenes e introduce la ‘prueba de madurez académica’, sobre la que pivota gran parte de la prueba y que dicen cambiará exámenes y evaluación en Selectividad. El 75% de la nota dependerá de esta prueba, que evaluará lo nuclear del Bachillerato sobre un tema abordado desde varias disciplinas, incluida lengua extranjera. Los exámenes, como propone la Lomloe, tendrán un enfoque competencial. No cambia la ponderación respecto a la nota final: el Bachillerato seguirá valiendo el 60% y la Selectividad, el 40%. Finalmente, proponen dejar menos espacio a la arbitrariedad, elaborando guías de corrección que recogerán, para preguntas cerradas, las respuestas válidas, y para “abiertas”, “ideas, expresiones y estructura que debería contener la respuesta, respuestas no correctas, posibles valoraciones parciales, ejemplos, etc.”.
El sistema propuesto sigue haciendo aguas. El Distrito Universitario Único no queda resuelto por la Lomloe, que sigue dejando intacta la capacidad de las CCAA para proponer y valorar sus exámenes, lo que atenta contra el principio de igualdad. Además, no responde a una pregunta muy simple pero esencial para construir un sistema que dé respuesta al esfuerzo de nuestros jóvenes. ¿Esta nueva EBAU garantiza la integración de vocaciones y habilidades individuales, o una vez más, cercena indebidamente procesos madurativos y elecciones de cada uno de ellos sin valorar si son o no aptos para los estudios universitarios que desean realizar? Sigo entendiendo, si nadie dice lo contrario, que una vez más estamos ante una nueva y errónea respuesta del sistema provocada, una vez más, por la falta de inversión económica para la formación de nuestros jóvenes. De la misma forma que alabo el esfuerzo de Andalucía en los múltiples programas de FP dual que está desarrollando y que garantizan, además de la inserción laboral, la integración de vocaciones y habilidades en el mercado, nos queda por abanderar desde aquí un esfuerzo para construir un sistema nacional de acceso a la universidad que permita, siquiera de manera incipiente, evaluar esas vocaciones y habilidades. Los jóvenes, nuestros jóvenes, lo agradecerán. Y nuestra sociedad, sin duda alguna, crecerá.
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