Salud de hierro oxidado

Hay profesionales que no abjuran de su compromiso social en su jubilación ni en su tiempo libre

Con la paciencia de un galeno que peina canas, que te auscultaba de niña con el fonendo frío, la voz de la experiencia ha vuelto a vestirse la bata blanca para diagnosticar a un paciente que está ya crecidito y padece fatiga crónica y anemia. Las listas de espera para los especialistas, la falta de camas y la carencia de personal apenas habían servido como síntomas de que algo andaba mal para la Consejería de Salud, que intentaba curarlo todo con cataplasmas -parece que las movilizaciones de Granada sí las ha considerado un achaque preocupante, al fin-. Pero en Málaga la dolencia iba a más y un grupo de médicos jubilados se ha unido para pedir mejoras para descongestionar las urgencias. Esgrimen que la inversión en gasto sanitario está por debajo de las cifras de 2010. El dato habla por sí solo.

Hay profesionales que no abjuran de su compromiso social en su jubilación ni en su tiempo libre y uno de ellos son los sanitarios. Gracias a la implicación de este tipo de personal los recortes sanitarios no han sido más visibles en Andalucía, a pesar de que el Gobierno de Díaz siga vendiendo que la salud es la joya de la corona de su mandato. Es cierto que tiene la materia prima -técnicas innovadoras para extirpar tumores cerebrales en el Regional, investigación en terapias que mejoran la afasia que sufren los pacientes de ictus,…- pero no la están cuidando. Será porque no se ha paseado por el parcialmente inaugurado Chare del Guadalhorce y ha visto cómo llegan enfermos a Urgencias, que ven el cartel y la entrada y tienen que marcharse corriendo para el Clínico: "¿pero esto no estaba ya abierto?" Acaban de anunciar que empezarán a funcionar en una semana pero esa noticia la hemos leído tantas veces como que avanzan las obras en el Costa del Sol o del Hospital de Ronda.

Este colectivo ha advertido del peligro de las recetas homeopáticas con las que se ha intentado curar la enfermedad: facilitando la apertura de centros privados en lugar de fortaleciendo lo público. El cuadro de síntomas incluye, también, tres horas de cola esperando para ser atendido en Barbarela y la saturación de los ambulatorios de la costa. Para tener una salud -y sanidad- de hierro no basta con haber nacido con buenos genes, hay que cuidarla toda la vida y no caer en el vicio nocivo de recortar.

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