Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Sánchez 'imperator'

Sánchez fue un toro abochornado que aguantó el tirón hasta convertirse en el macho alfa de la manada

Aunque la dictadura del paper publicado en revista celestial o de pago los ha dejado en fuera de juego, los congresos universitarios son encuentros tan orientados al disfrute como a la promoción de la investigación. Cientos de profesores que pululan por los cascos históricos y se alojan en hoteles y paradores, según su categoría y bolsillo, y ya a la segunda mañana de ponencias y seminarios un porcentaje difícil de calcular llega con la lengua de lija, dolor de los pecados y desconsuelo general. Nunca olvidaré un término al uso en aquellos foros. Se soltaba con cara de pillo de recreo cuando un cátedro ya lejos de su juventud, pero que controlaba destinos y fondos, bailaba o charlaba más que animadamente con una meritoria lozana y juvenil: "Es el poder del conocimiento", decía el malvado entre risas nasales. Lo siento por los guardianes del micromachismo y la bandera paritaria... y hasta por mí mismo, porque en aquellos tiempos la paridad en este asunto no existía en absoluto. Por el bien de la igualdad de sexos, espero que esa brecha se haya cerrado.

Este fin de semana hemos asistido a un congreso, pero de otro tipo: político; del PSOE. Una convención de siglas, preñada de aspiraciones o virgencitas (que me quede como estoy). Actos donde para los primeros espadas la etiqueta suele exigir poca corbata, americana y vaqueros en los casos del PSOE y el PP, o desaliño con causa (constelación UP). Findes donde se escenifican poderes y lealtades, puntillazos en el morrillo, miedo al infinito abismo por parte de quienes están en off side y no saben vivir fuera de la de materna jungla del partido. Reconciliaciones falsas y abrazos que ni te digo. Aldabonazos al poder emergente y hocicadas de baronías en decadencia. Perdones, victorias y derrotas, sapos camino del esófago de unos, dulce temblor genital de los vencedores vigentes.

La escenificación de un sanchismo incontestable tuvo lugar el sábado. Nadie había alegado problemas de agenda. Sánchez fue un toro abochornado por el aparato que aguantó el tirón hasta convertirse en el macho alfa de la manada (dicho esto por estirar el símil taurino). Su poder no sólo es interno, sino que es probable que su inquilinato monclovita perdure otra legislatura. Para horror de algunos propios y de muchos extraños cuyo odio a un presidente del Gobierno no tiene más precedente que el que muchos socialistas sintieron hacia Aznar. El becario Sánchez se ha aupado a director de departamento, y hasta a rector que supo agarrar y mantener el poder cuando le pasó al lado. En la rosa' todas, todos y hasta todes quieren ahora bailar con él.

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