El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
Crónica personal
Si no estás conmigo estás contra mí. El PSOE actual, el de Sánchez, lleva mucho tiempo haciendo gala de esa posición insidiosa y sobre todo sectaria, que es especialmente indignante cuando se ejerce desde el poder. En las últimas semanas, Pedro Sánchez y su gente han hecho gala de su falta de respeto a la libertad al abrir un proceso de expulsión a Leguina y Redondo Terreros por pedir el voto para Isabel Díaz Ayuso. La cosa tendría cierta justificación porque así lo recogen los estatutos del partido, pero el problema es que ni uno ni otro han pedido nunca el voto para la presidenta madrileña, sino que se limitaron a participar en un acto con ella. Leguina incluso ha dicho públicamente que no la ha votado.
Sánchez y su gente no soportan la crítica, no soportan que socialistas de verdad, de los de toda la vida, que se han dejado la piel en defensa del socialismo en cargos de gran responsabilidad, expresen sus críticas a un presidente que consideran pernicioso para los españoles.
No contentos con ese disparate, cargos municipales del PSOE madrileño, han puesto peros a que el Ayuntamiento entregue una de sus medallas al escritor Andrés Trapiello. Finalmente lo aceptaron, pero cuestionan el "revisionismo" del autor de Madrid, uno de los éxitos de este año. Esta falsa izquierda que representa el falso PSOE actual, no acepta que nadie, ni siquiera uno de los mejores indagadores de la historia que hoy se pasean por España, ponga en cuestión hechos históricos que echan abajo la acepción de quiénes fueron los buenos y los malos en la Guerra Civil. Trapiello, por cierto, militó en el comunismo cuando ser del PCE suponía arriesgar la vida, y sigue siendo un hombre de izquierdas volcado en su trabajo de indagación de la historia de verdad.
Al PSOE de Pedro Sánchez no le han gustado algunos de los datos de Madrid, ni tampoco que, siendo Trapiello miembro de la comisión de la Memoria Histórica que debía decidir sobre los nombres del callejero madrileño, defendiera que no era justo un monumento en honor de las víctimas del franquismo sino que debía ser de las víctimas de la guerra, pues hubo desmanes, desgracias y actos indignos en los dos lados. Sólo faltaba a este Gobierno que expresara su contrariedad porque un indagador de la historia aporte datos que echan abajo las tesis mendaces de que sólo en la izquierda hay personas decentes.
Trapiello merece la medalla por su trabajo exhaustiva sobre Madrid, por sus aportaciones a la historia y la literatura, y por su aceptación de la verdad más allá de su ideología. Eso no gusta al sanchismo, tan sectario, pero sí a los socialistas que respetan a un riguroso escritor e investigador.
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