Semejanzas

22 de julio 2023 - 00:45

En las elecciones generales de 1993 todos daban ganador al PP, pero finalmente ganó el PSOE. La suma de escaños del bloque de izquierdas fue de 177, pero como el pacto con la IU de las dos orillas era impensable e imposible, se firmó un acuerdo de legislatura con CIU. Aquella última e inesperada victoria de Felipe hizo temer a sus enemigos que nunca lo derrotarían en las urnas. Para impedirlo nació la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (APEI) con el propósito de tumbar al gobierno mediante el hostigamiento coordinado desde distintos medios de comunicación. Acordando los temas que tratarían en sus columnas y portadas, con el fin de crear una sensación de escándalo y malestar constante en la sociedad española. Conviene recordarlo ya que la polémica sobre la influencia del poder mediático de la derecha ha estado presente en esta campaña. No sólo porque pueda ser más poderosa que los medios progresistas, sino porque que aquella alianza, que nació a mediados de los noventa para acabar con el felipismo, se parece mucho a la que ahora con idéntico fin ha creado la fantasmagoría del antisanchismo. Han actuado como guía y complemento de la derecha política en una estrategia de comunicación propia del populismo más desahogado, alentando el antagonismo con una retórica faltona y desafiante y deslegitimando agresivamente al rival, hasta convertirlo en el enemigo de la patria. Como ahora, aquella alianza, que se conoció periodísticamente como “sindicato del crimen”, también contó con la contribución de un grupo de finos intelectuales que daban cierto lustre al matonismo periodístico. Como sucede con Sánchez, derogar el felipismo era entonces el fin que todo lo justificaba. En la misma línea, también hay que recordar la insidia periodística orquestada contra Zapatero tras el 11M.

Aunque pueda parecerlo, lo relatado no es una teoría conspirativa. Lo contó uno de los más destacados impulsores de la APEI. No lo hizo como arrepentido, sino convencido de haber hecho lo correcto cuando la situación exigía sobrepasar los límites deontológicos por exigencia patriótica. Según José Mª Anson, el colectivo funcionó como una conspiración de líderes de opinión que quería salvar la democracia de la propia democracia, demasiado obcecada en el libre ejercicio del sufragio. No digo que lo de ahora sea lo mismo, pero quienes han creado una policía patriótica, también sabrán cómo fomentar el periodismo patriótico.

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