El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
El balcón
En Andalucía no hay agua para todo e irá a peor. Sin embargo, el presidente Moreno quiere ampliar la superficie regable en el entorno de Doñana, a pesar de las amenazas de la Comisión Europea, la condena del Gobierno de la nación y la oposición de comunidad científica, Unesco, ecologistas y cadenas de alimentación continentales. El ejecutivo regional dice que es para ordenar la agricultura comarcal, pero lo hace de tapadillo. No ha sido iniciativa gubernamental, sino de PP y Vox en el Parlamento andaluz; así evitan informes técnicos o científicos y meten urgencia antes de las municipales.
Los populares no gobiernan los municipios de la corona norte de Doñana. En Moguer, Rociana y Bonares hay alcaldes socialistas, en Lucena del Puerto un independiente y en Almonte una de Unidas Podemos. Por eso el PSOE se abstuvo el año pasado. El camino del Partido Popular hacia el 28 de mayo pasa por declarar regables estas 800 hectáreas y que los beneficiarios vayan a pedir el agua al Gobierno de la nación. Para el PP estas son unas primarias para el éxito de Feijóo en diciembre contra el malvado Sánchez.
El postureo no es nuevo. Bajo el cartel de Revolución verde, el presidente de la Junta ha hecho anuncios que no eran sostenibles, ni ecologistas. Consolidó 300.000 viviendas ilegales en zonas rurales, se opone a las políticas medioambientales de la nueva PAC y multiplica regadíos junto a la reserva natural más importante de Europa, cuya superficie es la mitad de Luxemburgo, en la que dos tercios de sus lagunas temporales no se llenan desde hace una década.
La noticia de esta ley ha dado la vuelta a España, a media Europa y ha llegado a la prensa norteamericana. La vicepresidenta de Transición Ecológica Teresa Ribera ha calificado al presidente Moreno de señorito. Error. El auge marquetiniano del jefe del PP andaluz ha sido todo lo contrario: el triunfo del hombre corriente bajo la marca Juanma, la imagen del yerno ideal, lejos de la traza de Arenas. Pero el Moreno de mayoría absoluta está deviniendo en un padrecito ruso. Se mete en la foto de reconciliación entre El Cordobés y su hijo, apadrinándola, se coloca en el centro de la simpática celebración ¿improvisada? de los flamencos cuando se aprueba su ley regional, o aparece hasta en la sopa en los telediarios de Canal Sur.
Un padrecito no niega tierras de cultivo junto a Doñana a votantes que las reclaman. Otra cosa es que no haya agua, pero eso será culpa de otro, contra quien hay que votar. Así se gobierna la ínsula andaluza.
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