La ciudad y los días
Carlos Colón
Nacimientos y ayatolás laicistas
ZA peando por la tele buscando algo relajante y divertido, me topo con una vieja película de Stan y Oliver, El gordo y el flaco, o como en Málaga se les conocía: El gordo y el menuíllo. Releer, revisitar situaciones de humor anglosajón tan ajeno al nuestro, me produjo enfoques de comprensión novedosos, por no estudiados en su momento. Stan Laurel, el flaco, y Oliver Hardy, el gordo, formaban una pareja de tontos bienpensantes y optimistas. Su humor fue mayoritariamente físico, utilizaban su caricatura sin nunca disimular sus desdibujos. Su inocencia chocaba con el poder, la policía, los duros propietarios, las mujeres dominantes. Debajo de un sombrero bombín, nuestros amigos Faty y Stan afrontaban guiones y peripecias con delicada finura y alguna que otra tarta estampada en sus personalísimos rostros. En los matinales de los 40, en Málaga, era habitual antes de Tom Mix y Ken Maynard, héroes del oeste, disfrutar de alguna película de Stan y Oliver. Los niños de entonces entre surreales y acrátas solían cantar aquello de: "El Oliver, / el Oliver,/ se lava los pies/ después de comer."/
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