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Suicidio político

Pensemos que el uso de la metáfora en la literatura española es una de sus grandes virtudes

La riqueza del idioma español acerca de la vida pública es realmente apasionante. De ahí que mi estimado amigo, Jorge Hernández Mollar, hábil columnista político y ex subdelegado del Gobierno, al hacer su análisis sobre la actual situación de viraje hacia la extrema izquierda del Partido Socialista, la catalogara como "suicidio político". Dicha expresión, tan habitual como conocida, fue censurada en una famosa red social por fomentar el suicidio, produciendo el inmediato cierre de su cuenta. Este es el nuevo paradigma orwelliano de la información: los que desconocen nuestro idioma juzgan las expresiones que realizamos, tratando de imponer el pensamiento único.

La cantidad de situaciones que pueden suscitar estos errores lingüísticos es impredecible. Pensemos que el uso de la metáfora en la literatura española es una de sus grandes virtudes. Por ello, cuando usamos términos como "travestismo político", no nos referimos a un grupo de prebostes en la caravana del orgullo gay, sino a aquellos otros que no dejan de cambiar de partido según el sol que más calienta.

Es curioso como el desconocimiento de las reglas ortográficas hace que estos censores virtuales no puedan filtrar los mensajes. Recientemente publiqué un artículo acerca de la crisis de las escuchas en el CSID y lo titulé Desojando la margarita. El simple y deliberado hecho de no poner una h intercalada provoca que la bucólica imagen de quitar los pétalos a una flor se interprete correctamente como sacarle los ojos, con los que vigilaba al independentismo, a la ministra de defensa. Esperemos que a partir de ahora no empiecen los vigilantes a estudiar aquella breve ortografía escolar con la que nos hicieron conocer, desde niños, las principales reglas de nuestra lengua.

Como podemos imaginarnos, el nivel de interpretación retórica del motor de evaluación de noticias y del posterior individuo que las filtra es cuestionable. Usar incorrectamente la inteligencia artificial y sus aplicaciones nos lleva a este tipo de situaciones paradójicas. Habrá por tanto que mejorar dichos sistemas si se quiere fomentar la libertad de expresión tan necesaria en democracia. De ahí que los que se han encumbrado como evaluadores de bulos y guardianes de la pureza informativa estén perdiendo un precioso tiempo al instigar, paralelamente, unos resultados electorales poco satisfactorios para la mano que les mece la cuna.

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