La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Susana no se equivocó

Se equivocaba Pedro, que ya había perdido dos elecciones generales: las terceras serían letales para el PSOE y para él

Alfonso Guerra, que se dice tan disciplinado que no duerme pensando en que Pablo Iglesias cogobierna España con el que proclamó que le quitaba el sueño la mera posibilidad de esa coalición, también ha sugerido que Susana Díaz se ha armado un lío al confesar, en el Parlamento andaluz, que ella se equivocó al facilitar la investidura de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez acertó al rechazarla, al precio de ser apartado del liderazgo del PSOE. Por decisión de ella, precisamente, y por un tiempo.

El lío no lo veo yo en la forma de expresarse o explicarse de Susana Díaz, sino en el fondo de la cuestión. Porque era Susana quien acertaba en que la postura del PSOE en 2016 tenía que ser la abstención para la investidura de Rajoy, como líder de la minoría mayoritaria del Congreso tras dos elecciones generales en las que los socialistas no habían parado de retroceder en votos y escaños (85 en las segundas, en junio), y Pedro, que protagonizó las dos derrotas sucesivas, quien se equivocaba al pretender otro rechazo al PP que habría conducido, sin remedio, a unas terceras elecciones. Lo que defendió entonces Susana Díaz era lo mejor para España, que llevaba casi un año sin Gobierno, pero también para el PSOE, que se habría expuesto seriamente a un desastre en los comicios reiterados. El interés general y el interés de partido convergían en la posición de Susana, no en la de Pedro.

Claro que, con pragmatismo y realpolitik, se puede deducir que el tiempo le ha dado la razón a Sánchez y se la ha quitado a Díaz. Ella ha perdido la Junta de Andalucía y él ha llegado al Gobierno de la nación después de que las bases socialistas zanjaran a su favor -de Sánchez- la lucha cainita por el poder. Pero lo ha conseguido con unos planteamientos y unas alianzas llenas de riesgos para el país y para el partido. Sigo pensando que se trata de un poder inestable y sometido a populismos y nacionalismos inequívocamente desleales. Negativo para España, pero también negativo a la larga para el Partido Socialista, aunque muy positivo para el Partido Sanchista, que es distinto.

El lío de Susana Díaz no es tal lío, sino una pirueta para hacerse perdonar su enemiga con Pedro Sánchez y desactivar la operación relevo en el PSOE andaluz que le acecha. Pirueta desafortunada: en realidad le viene a decir a todos los militantes que la apoyaron en las primarias, y fueron muchos, que también ellos estaban equivocados. Que no debieron fiarse de ella.

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