salvador merino

Tambores de paz

El aislamiento internacional ruso le ha hecho virar hacia peligrosos aliados

En En plena contienda parlamentaria una voz gubernamental alerta de una situación delicada: el posible ataque ruso sobre algún país de la OTAN. Es de suponer que la información que posee la ministra de defensa sobre estos asuntos debe ser tan precisa o más que la de otros sobre la situación fiscal de los ciudadanos. Por ello cabría pensar que nuestro país está preparado para cualquier hipotética contingencia bélica, aunque sentir tambores de guerra después de tantos años de paz es realmente preocupante.

Las continuas amenazas de Putin, primero a los antiguos países del Telón de Acero, y ahora al resto de Europa en general, no tienen el más mínimo sentido. Un estado que ha perdido todo su mercado occidental, que se ve abocado a vender al vecino chino lo que este quiera comprarle, y que sigue enviando a sus jóvenes a una matanza permanente, vislumbra un incierto futuro. Cuando destruyes a una generación, la recuperación social y económica se vuelve sumamente compleja y el descontento generalizado suele llevarse a los gobernantes por delante. La historia nos muestra a demasiados dictadores que sucumbieron ante el levantamiento social, y en Rusia se está forzando demasiado la maquinaria.

Por mucho referéndum que traten de vendernos, la farsa electoral ha sido esperpéntica. El número de líderes y oligarcas suicidados, junto con sus familiares y amigos, deja un rastro de sangre que impregna a la aterrorizada sociedad rusa. Pero si tenemos en cuenta que ese país tiene poco más de 140 millones de habitantes y se quiere enfrentar contra los 1.000 millones de personas que convivimos en la organización de defensa atlántica, las posibilidades de éxito son bastante escasas. Y esto sin entrar a valorar el poder militar de cada parte, ya que la amenaza nuclear es el único comodín que se esgrime ante un posible conflicto.

El aislamiento internacional ruso le ha hecho virar hacia peligrosos aliados. Porque China sí sabe con quienes tiene que comerciar cada día y la más mínima molestia internacional a sus intereses le puede llevar a intervenir Corea del Norte o a dejar caer al gobierno soviético. De ahí que Irán no se fie de ninguno de ellos y Venezuela no sepa donde colocarse. El puzzle geopolítico es cada vez más intrincado y alguno tendrá que poner cordura en este violento grupo. Porque al final lo difícil no es esgrimir amenazas de guerra, sino ser capaz de tocar tambores de paz.

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