Teresa vence al ébola

22 de octubre 2014 - 01:00

LA noticia más esperada por la sociedad española en las últimas semanas se produjo finalmente ayer: Teresa Romero está curada de ébola. El equipo médico que trata a la auxiliar de enfermería infectada por el virus tras haber cuidado a los dos misioneros contagiados en África que fallecieron en Madrid aseguró que Romero ha dado cuatro análisis negativos consecutivos, y ello quiere decir que ya no hay rastro de virus en su sangre. No recibirá el alta enseguida, ya que sufrió daños pulmonares y no ha recuperado aún su estado previo a la enfermedad, ni tampoco puede darse por superada la crisis del ébola en nuestro país, para lo cual la OMS exige el transcurso de 42 días sin contagio (como han logrado en los últimos tiempos Senegal y Nigeria), pero el mayor factor de riesgo de la pandemia ha sido evitado. Los médicos han subrayado que una de las claves de la curación de Teresa ha sido su enorme fortaleza física y mental, ayudadas sin duda por el adecuado tratamiento que se le ha suministrado, a base de un antiviral y el plasma sanguíneo de una paciente que superó la enfermedad, concretamente la religiosa Paciencia Melgar, que no fue admitida en España cuando se encontraba infectada por carecer de la nacionalidad española. El otro elemento clave de la curación ha estado en los profesionales del sistema de salud pública, entregados vocacionalmente a su labor y dotados de una formación de primer nivel. Son ellos, presididos por el comité de crisis que se formó de manera tardía, quienes han arreglado el desaguisado producido en los primeros momentos por la incuria de los responsables políticos. Tanto la ministra de Sanidad como el consejero de la Comunidad de Madrid ofrecieron una imagen patética en su respuesta al contagio de Teresa Romero, aparte de encabezar una gestión de la crisis deplorable y merecedora de su cese inmediato, que a día de hoy todavía no se ha producido. Además de facilitar una información deficiente y causar más alarma que tranquilidad, ambos rivalizaron en ineptitud y el consejero derrotó a la ministra en su pretensión de culpabilizar a la técnico sanitaria de su propia enfermedad. El desarrollo de los hechos y su análisis objetivo han permitido deducir, por el contrario, que hubo muchos fallos en cuanto a la aplicación de los protocolos de actuación ante patologías como la que comentamos, defectos en la formación del personal implicado y en los equipos que se le proporcionaron, como ha puesto de relieve el Consejo de Enfermería, que plantea la depuración de responsabilidades laboral y penal, así como civil. Las responsabilidades políticas, por lo demás, son evidentes en el caso de los dos cargos públicos citados.

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